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«El que investigue con un afán propio no tiene cabida»

el 22 may 2010 / 19:45 h.

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Gustavo Fúster, en la sede de la Fundación Progreso y Salud.

-La Cartuja albergará dos centros que están llamados a convertirse en una referencia para la biomedicina: el Proyecto Genoma Médico, que empezará en agosto, y el Laboratorio de Reprogramación Celular, que empezará a investigar en octubre. La oficina que usted dirige se encarga de patentar resultados científicos. ¿Esperan tener mucho trabajo cuando estos centros inicien su andadura?
-Yo espero que esos dos centros, sobre todo el primero, tengan una rentabilidad alta, que la inversión que se ha realizado tenga luego un retorno. A través del Proyecto Genoma Médico se pueden lograr nuevas dianas terapéuticas y nuevos candidatos a fármacos para la cura de enfermedades monogénicas (patologías raras), y todo eso será un conocimiento que se podrá patentar. Pero cuando hablo de retornos de la investigación me refiero no sólo a lo económico sino también a que haya resultados que mejoren la salud de una parte de la población, en este caso, personas que sufren una enfermedad sin tratamiento o con muy pocas opciones, como son las enfermedades huérfanas.

-Llegó a Andalucía hace un año, en pleno apogeo del apoyo político a la medicina regenerativa y la biomedicina.
-La Oficina de Transferencia de Tecnología tiene mucho que decir. Toda financiación que destine la Junta a investigación tiene que revertir a la sociedad, ese mensaje está calando pero tiene que calar clarísimamente. Aquellos científicos que investiguen por un afán propio tienen cada vez menos cabida.

-¿Es por esto que la Consejería de Salud trabaja en un decreto que incentivará económicamente a los investigadores que consigan patentar productos innovadores?
-Lo que es muy importante es que haya un retorno económico para que el sistema sea sostenible y la carga contributiva al ciudadano sea menor. El objetivo del decreto es que los beneficios económicos que surjan de la investigación o de la creación de empresas revierta casi íntegramente en la propia sostenibilidad del sistema de investigación. Una parte de esos ingresos se tiene que emplear para potenciar y fomentar la investigación.

-La Oficina de Transferencia Tecnológica que dirige tiene su ámbito en la sanidad pública y en centros adscritos como el Cabimer o el Banco de Células Madre de Granada. ¿Existía en ese sector la conciencia de patentar?
-Una cosa son los investigadores universitarios y otra cosa son los médicos, los enfermeros... Ahí, en la parte clínica, me he encontrado que no se le daba suficiente importancia. Pero la situación era clara: en el sistema sanitario público andaluz trabajan más de 100.000 personas, sólo en el SAS puede haber más de 90.000, y tenemos claro que ahí se produce mucha investigación, es más que una multinacional, probablemente seamos la empresa pública más grande de Europa. Y además toda esa investigación que se produce es clínica, ni siquiera básica, es decir, que está mucho más cerca de la sociedad, y a eso tenemos que sacarle un rendimiento.

-¿Cuántas patentes se han realizado este año?
-Nuestro objetivo es tener licenciadas a final de año entre siete y ocho patentes y que tengan ya un cierto retorno económico al propio sistema sanitario. Junto a esto, habrá más de 60 solicitudes de patentes, entre nacionales e internacionales. Estamos en proceso de fomento de dos spin-off [empresas creadas por un grupo de investigación] de nueva creación, son spin-off que emplean tecnología surgida fruto de la investigación en el sistema sanitario público.

-¿Qué cosas se suelen patentar en Andalucía?
-Básicamente son: nuevos usos o aplicaciones de medicamentos ya conocidos, nuevas formas de administración de medicamentos ya conocidos, kits de diagnóstico de enfermedades e instrumentos quirúrgicos. Esto en el caso de patentes, es decir, de propiedad industrial. En cuanto a la propiedad intelectual, hay muchos software.

-Usted defiende que no hay que patentar por patentar.
-Las patentes cuestan dinero, eso hay que tenerlo muy en cuenta. Por lo tanto patentar por patentar no debe hacerse en ningún caso porque empleamos dinero público y hay que usarlo de la mejor forma posible. Por eso, lo importante es centrarse en aquellos resultados que tengan visos de llegar al mercado y que tengan una fortaleza suficiente como para poder defender su novedad ante los tribunales.

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