Cultura

El repaso: Entre todos la mataron y ella sola se murió

el 23 nov 2009 / 21:08 h.

¿Tocada de muerte? La convocatoria a la prensa ya olía a suspensión: por las fechas y la larga baraja de precedentes. Algún compañero ya había alertado de la coincidencia en el calendario entre la cumbre europea y la Feria Mundial del Toro y se esperaban noticias que no terminaron en caer. Otra cumbre, ésta vez de la OTAN, ya se había merendado la edición de 2007 y hace sólo un año, se encendieron todas las alarmas dando por difunta a una muestra que se acabó salvando por los pelos y gracias a la inyección económica de las administraciones con unas cantidades, por cierto, que distaban muy mucho de ser astronómicas. En aquella sucesión de acontecimientos el director gerente de Fibes, Felipe Luis Maestro, dejó muy claro que, sin el patrocinio privado, la feria no podría sobrevivir. Y así ha sido.

 

Hasta 2011. Sus palabras se han cumplido punto por punto. Tanto Maestro como Eduardo Miura, en su condición de presidente de la Unión de Criadores de Toros de Lidia, lamentaron la falta de concurso de esas marcas que hacen viables otros eventos -verbigracia, el Sicab que ahora comienza- que gozan de perfecta salud y mantienen su lugar en el calendario. Pero más allá de patrocinios, cumbres y subvenciones institucionales, hay que bucear en la propia esencia de una fiesta, que ya iba haciendo aguas en otros frentes antes de que llegaran los problemas económicos que la han sentenciado a convertirse en una bienal de dudosa supervivencia.

Cuestión de fondo. La Feria del Toro había agotado hace mucho tiempo un modelo expositivo y un espectáculo que deslumbró en sus inicios, pero sobre todo no había sido capaz de definir el papel del espectador de taquilla, niño y cochecito que asistía al evento como un convidado de piedra. Ésa ha sido la gran rémora que ha acompañado a esta muestra en la que nadie puede discutir el compromiso organizativo y económico de los hombres del campo bravo. Sí su incapacidad para conectar con el gran público que ha ido dando la espalda a esta convocatoria que, año a año, se ha ido consolidando como un encuentro de tintes casi privados -con aire de juerga gremial- en el que apenas tenían cabida las gentes absolutamente ajenas a alguno de los anillos del planeta de los toros. Deberían tomar nota para la feria de 2011.

Ridículo y peligro. Ya quisieron quedarse con el personal diciendo que la fuga de los toros por la calle Circo estaba dentro del guión de la famosa película que ha tenido varios días a un fenómeno dando vueltas en moto por Sevilla. El Gran Hermano de You Tube, y la Radio Macuto de toda la vida, estaban allí para dar fe de lo contrario. Sólo la providencial cancela de las viejas taquillas de la calle Adriano impidió la estampida de los animales por el Arenal después de encaramar a los dobles especialistas a las lanzas de la reja. Después pretendieron amortiguar la polémica fuga de las reses por las calles de Cádiz recalcando que se trataba de toros mansos. Y de eso, nada. Basta ver las embestidas del novillo que reventó el tinglado y los guarismos y hierros de todos los ejemplares que acabaron pastoreando los municipales en la playa de La Caleta para poner en solfa esa dudosa mansedumbre. La nueva y restrictiva reglamentación de seguridad de los espectáculos taurinos populares -aplicable en este caso- se la han pasado por el forro. Si le hubieran levantado los pies se forma la de Dios es Cristo.

alvarordelmoral@hotmail.com

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