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El Sevilla también se desmorona en la Liga

Pésima imagen de un Sevilla muy por debajo de sus prestaciones en un partido que acerca un poco más a Manolo Jiménez al abismo.

el 20 mar 2010 / 23:08 h.

Los espanyolistas celebran el segundo gol.

La situación del Sevilla ha pasado de ser preocupante a peligrosa. Si ya el martes dio tristes síntomas de mediocridad, algo que le costó la eliminación en la Liga de Campeones, el partido completado anoche por el equipo de Jiménez ante el Espanyol hace saltar todas las alarmas en Nervión. Con este panorama no solo peligra la próxima Liga de Campeones, sino incluso Europa y, de continuar, hasta el entrenador. Por lo pronto, hoy mismo puede perder su cuarta plaza si el Mallorca saca adelante su partido ante el Atlético de Madrid.

Ni el Sevilla ni Jiménez se pueden permitir más partidos como el de Cornellà-El Prat, ofreciendo la imagen de un equipo vencido de antemano, sin reacción en el campo ni desde la banda. El Espanyol pasó por encima con una receta simple como la que más: orden, concentración y pelea. Con eso ya se atraganta el conjunto nervionense. El partido del Sevilla fue de esos que colman la paciencia, rebosan el vaso de la comprensión y llevan a la exasperación. Los ha habido bastante malos esta temporada, pero el de ayer puede llevarse la palma. Fue nefasto, horrible. Todo salió mal, todo estaba mal dispuesto. La defensa estuvo atontada, mal colocada, descoordinada, y pronto pasó factura esa falta de concentración, cuando Osvaldo remató solo a gol un pase de Marqués (8’) mientras Squillaci y Escudé se marcaban absurda y mutuamente y Adriano no llegaba a tiempo para cerrar la llegada del argentino. Poco después el ex jugador del Lyon tuvo otro fallo que pudo costar casi la sentencia, pero Callejón se mostró compasivo y erró (12’).

Si la defensa dio una cara pésima, el centro del campo directamente no la dio. Sucumbió, como en tantas otras ocasiones, a la presión y al orden rival. La pareja dispuesta por Jiménez, Duscher-Zokora, amputada de construcción, apenas hilvanó una jugada, siendo generosos. Se prodigaban sin sentido y, sobre todo, sin peligro. Por si fueran pocas las ideas, el argentino se empeñó en empeorar sus prestaciones regalando un balón que acabó en el 2-0 (60’).

Para colmo Renato hizo mutis por el foro y ni ayudó ni se ofreció. Estático todo el partido, tan sólo participó en el juego cuando el sistema, con Negredo en el campo, viró al 4-4-2, ya con 2-0.

La solución anta tanta falta de ideas y carencia de recursos seguro que la adivinan: balones directos a Kanouté. Pero claro, el malí anda corto de forma, no baja los balones que bajaba antes ni distribuye el juego como antes, aunque lo intenta. Precisamente por eso, por intentar colaborar, dejaba su equipo huérfano de una referencia en ataque, y Renato no la ejercía.

La última y única vía que quedaba eran las bandas. Pero en el colmo de los males, en el único aspecto en el que no incidió directamente la inoperancia de los jugadores ni de Jiménez, ambas quedaron autoanuladas. Navas, a los 20 minutos, y Capel, al final de la primera parte, se retiraron lesionados. Perotti y Acosta los suplieron. El primero al menos dio la cara cuando peor lo tenía su equipo. El segundo, sin forma, sin ritmo, sin juego, apenas apareció.

Ante esta fatal coyuntura el Espanyol, ordenado y concentrado, que eso ya es mucho para este Sevilla, se creció, hasta el punto de poder sentenciar pronto el encuentro sin encontrar réplica andaluza, apenas un remate de Escudé a balón parado (41’).El equipo blanquirrojo se le ha caído al entrenador o éste le ha hecho caer. Lo realmente triste es que da la sensación de que lo peor aún está aún por llegar.

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