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El síndrome Felipe

Chaves ha cerrado un debate que él mismo abrió. Nadie le pidió que considerara su permanencia al frente de la secretaría general del PSOE andaluz: él mismo lanzó la reflexión públicamente en una entrevista con El Correo tras las elecciones autonómicas. El globo sonda -o reflexión sincera- le ha servido para plegar velas. ¿Qué late detrás de la decisión final?

el 15 sep 2009 / 07:06 h.

Chaves ha cerrado un debate que él mismo abrió. Nadie le pidió que considerara su permanencia al frente de la secretaría general del PSOE andaluz: él mismo lanzó la reflexión públicamente en una entrevista con El Correo tras las elecciones autonómicas. El globo sonda -o reflexión sincera- le ha servido para plegar velas. ¿Qué late detrás de la decisión final?

Felipe González empezó a querer irse cuatro años después de ganar sus primeras elecciones. Pero, como es conocido, aquel deseo fue truncándose una vez tras otra por ese intangible que los responsables políticos llaman responsabilidad y compromiso con el partido. Chaves, que es de la misma generación política, aparte de afín personal e ideológicamente a Felipe González, actúa exactamente igual que él.

El emocionado abuelo que recibió el beso de su nieta en su última toma de posesión retrasa de nuevo el momento de empezar a desengancharse de sus responsabilidades. Ya hace cuatro años planteó internamente la posibilidad de dejar la dirección del PSOE andaluz, pero el pulso planteado por Pepe Caballos cambió sus planes. Esta vez parecía definitivo. Tampoco será ahora. "El partido es como la familia. Con los años, cuando te das cuenta ya sólo tomas decisiones pensando en el partido", ha confesado Chaves en más de una ocasión.

En esa causa general que hemos llamado la responsabilidad por el partido se diluyen varias razones. Una decisión de este calibre, después de haber abierto el melón públicamente, no obedece seguramente a un solo motivo. El primero es que el proceso de abandono de la secretaría y su posible sustitución por Luis Pizarro -que ha asistido como espectador al debate sobre su posible promoción- ha sido precipitado.

El PSOE no estaba preparado para tal paso, aunque eso no implica que hubiera sido una transición fallida. Porque hoy el PSOE es una organización bien pilotada, pacificada en su estructura regional y con un liderazgo tan sólido que difícilmente alguna dirección provincial hubiera movido un dedo contra una decisión de Chaves, otro supuesto menor son los espontáneos que se hubieran tirado al ruedo. De hecho, los secretarios provinciales ya habían dado el plácet a la operación relevo, lo cual no obsta para que existieran dudas sobre la operación.

En el meollo de la decisión coexiste otra razón poderosa: la despedida de la secretaría general habría abierto definitivamente el camino de la sucesión en la presidencia de la Junta, por más que quede una legislatura completa y posibilidades de que Chaves repita.

Iba a ser complicado evitar que durante cuatro años algún consejero o consejera, dirigente provincial, ministra, cargo institucional o militante con aspiraciones hubiera comenzado a actuar en clave sucesoria. La política es así de dura: 10 minutos después de decir Chaves adiós hubiera sido mucho menos Chaves. Y eso incluye a la oposición, con Javier Arenas diciéndole cada a día que tiene fecha de caducidad.

Dicho esto, el PSOE no ha resuelto ningún problema. Sólo ha aplazado el momento de resolverlo. Se trata de dar con la tecla de cómo, el cuándo y el quién, porque el qué nadie parece discutirlo. De hecho, no es descartable que ahora empiece a cambiar algunas cosas en la organización socialista porque de alguna forma se ha dado un pistoletazo de salida para la sucesión. Ha sido una salida nula, es cierto, pero los corredores ya están colocados en sus calles.

En cambio, el asunto de la sucesión, que es el fondo de todo este puchero, tiene otras componentes porque paradójicamente puede que la llave la tenga el PP, no el PSOE. Es previsible que si Arenas se presenta, Chaves repita como candidato para disputar su cuarto clásico, por más que esté cansado o deseando abandonar la primera línea de la política.

Si Arenas no concurre y el PP apuesta por un candidato de otra generación, Chaves se habrá caído automáticamentedel cartel socialista. Sí, pero con Chaves, dos o tres de los aspirantes socialistas actuales. El manejo de los tiempos va a resultar fundamental. No debería equivocarse de nuevo el líder socialista y abrir debates que no le llevan a nada. Se le ha agotado el margen para dar pasos en falso.

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