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El Tour de Francia se reinventa

El Tour de Francia presentó un recorrido para su próxima edición plena de originalidad en una búsqueda constante de la reinvención, en el que destaca la subida al árido e impresionante Mont Ventoux la víspera del final suntuoso de los Campos Elíseos. Foto: EFE

el 15 sep 2009 / 17:12 h.

El Tour de Francia presentó un recorrido para su próxima edición plena de originalidad en una búsqueda constante de la reinvención, en el que destaca la subida al árido e impresionante Mont Ventoux la víspera del final suntuoso de los Campos Elíseos.

Menos kilómetros contrarreloj, el retorno de la cronometrada por equipos cuatro años más tarde, sólo tres finales en alto y la montaña repartida por toda la edición serán algunas de las novedades del 96 Tour de Francia, que comenzará el 4 de julio en Mónaco, atravesará seis países diferentes y completará casi 3.500 kilómetros.

Barcelona volverá a acoger la ronda 44 años después de su último paso. Será la meta de una etapa que comenzará en Gerona y el inicio de la primera gran dificultad montañosa, la etapa más dura del recorrido pirenaico con final en la cumbre andorrana de Arcalis, según el recorrido que desveló el director de la prueba, Christian Prudhomme.

El guiño a España se produce medio siglo después de la primera victoria hispana en el Tour, la de Federico Martín Bahamontes y tras tres triunfos consecutivos de ciclistas españoles.

El "águila de Toledo" no pudo viajar a París para recibir el homenaje del Tour, pero Óscar Pereiro, Alberto Contador y Carlos Sastre presenciaron en directo y con cara de sorpresa el goteo de retos que puso sobre el mapa Prudhomme.

El que no estuvo fue Lance Armstrong, pero el nombre del séptuple ganador planeó en la ceremonia. Como lo hizo el dopaje, sin que nadie lo nombrara directamente, como si todos quisieran pasar página de una mancha que no para de ensuciar el ciclismo.

El Tour comenzará en Mónaco 18 años después de su último inicio en las costas mediterráneas. Lo hará con una crono de 15 kilómetros, demasiado largo para considerarse un prólogo y corto para que los especialistas en la disciplina puedan estar tranquilos.

Enfilará el pelotón por el borde mediterráneo por terrenos llanos hasta que en la cuarta etapa recuperará la contrarreloj por equipos, una disciplina que había desaparecido del mapa hacía cuatro años.

El terreno volverá a allanarse camino de la frontera española, que los ciclistas atravesarán en autobús. El final de la quinta etapa en Perpiñán, un recuerdo de los organizadores a Salvador Dalí, será el preludio de una parcial enteramente española, entre Gerona y Barcelona, con meta en Montjuic, un "souvenir" de los Juegos del 92 para una ciudad que le debe mucho al deporte, según reconoce su alcalde, Jordi Hereu.

La Ciudad Condal, punto más meridional de la historia del Tour, será el trampolín hacia la montaña. La avenida María Cristina lanzará la primera etapa de alta montaña, 224 kilómetros con final en Arcalis. Será la única llegada en alto de los Pirineos que, como el año pasado, serán el macizo menos fuerte del Tour.

En las dos siguientes etapas resonarán nombres de puertos pirenaicos, Envalira, Port, Agnès, para la segunda etapa, y sobre todo Aspin y el Tourmalet para la última. Pero el mítico puerto tiene situada su meta a 70 kilómetros de la meta en Tarbes, lo que desactiva su influjo en la carrera.

Tras una jornada de reposo, el Tour se calmará durante tres jornadas hasta que en la décimo-tercera reaparezca la media montaña. Alsacia será la antesala de los Alpes, el auténtico juez de la edición, que comenzará a dictar su ley a partir de la décimo-quinta etapa, con final en la inédita estación suiza de Verbier, 8,8 kilómetros con un desnivel medio del 7,1%. Segunda llegada en alto.

Una segunda jornada de reposo dará paso a la traca final. Dos grandes puertos en la siguiente etapa alpina, el último, el Petit Saint-Bernard, con 22,6 kilómetros al 5,1% de desnivel, situado a 32 kilómetros de la meta.

Hasta cinco subidas, no muy complicadas al día siguiente y una contrarreloj de 40 kilómetros, la única larga de la edición, entorno a Annecy, darán relieve a la última semana. A la espera de la guinda final.

En una pirueta original los organizadores han dejado para el penúltimo día el paisaje lunar del Mont Ventoux. Sus 21,2 kilómetros escarpadas, su desnivel medio del 7,6% de desnivel medio perfilarán los últimos matices de la general. "Nadie podrá decir que ha ganado el Tour hasta que no haya ascendido al Ventoux", clamó Prudhomme, deseoso de mantener el suspense hasta el último minuto.

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