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¿Existe hoy Don Juan Tenorio?

El correo ha salido a la calle a preguntar al vecindario por el seductor actual, si a día de hoy también existe ese castigador que hace que las mujeres caigan rendidas a sus pies y si en los tiempos que corren también hay ‘doñajuanas' rompiendo corazones.

el 31 oct 2009 / 20:31 h.

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"Tiene dinero, mucha parla, va de bohemio por la vida y no falta a su cita semanal con el gimnasio." Así, en pocos segundos y a grandes rasgos, define el joven sevillano Víctor Arca al donjuán del siglo XXI. Comienza el mes del Tenorio, Sevilla entera lo recuerda y su agenda se llena de citas teatrales y festivas que conmemoran al seductor por excelencia. La figura de Don Juan, creada por Tirso de Molina en El burlador de Sevilla y recreada por José Zorrilla hace más de cien años en su Don Juan Tenorio, está en 2009 más viva que nunca.

Pero los tiempos han cambiado: hoy los hombres también se depilan y usan cremas de todo tipo, las mujeres trabajan, disfrutan con el fútbol y, en muchos casos, llevan los pantalones (en todos los sentidos posibles de la expresión). En un momento en el que el culto al cuerpo está a la orden del día y el número de conquistas se ha convertido en un apartado inamovible en el curriculum vitae de jóvenes y mayores, El Correo ha salido a la calle a preguntar por dónde anda, cómo es y qué artimañas utiliza el donjuán, o la doñajuana, Tenorio de hoy.

"Siempre ha existido", afirma Jaime Rodríguez, "Hay hombres a los que les encanta seducir, es imposible que algo así se extinga". Jaime responde entre risas cuando se le pregunta si conoce a algún donjuán: "¿Que si conozco a alguno? Mi padre es el mayor adulador de mujeres que ha existido desde Juan Tenorio. Le da igual que la mujer sea rubia, morena, bajita, alta, fea, guapa... a él le gusta conquistar y no para hasta conseguirlo." El ligón de la familia puede que sea el descendiente de Miguel de Mañara, y tiene ya 65 años. Pero es que tener más o menos edad, en asuntos del corazón, no quiere decir nada. La experiencia es un grado, y el amor o la pasión o el jugueteo o como lo quieran ustedes llamar, es como otras muchas cosas de la vida, algo cuyas reglas se van aprendiendo mejor con el paso del tiempo. Pese a que el maduro tenga las técnicas y tácticas más perfeccionadas que el veinteañero, que se sepa ya de antemano que el donjuán nace, no se hace, así es que mucho cuidado si se topa con uno, porque le será imposible no caer en sus redes, si él se propone tal cometido, claro está.

Los americanos, al que tiene tales habilidades lo llaman Romeo, pero el personaje shakesperiano, romántico hasta decir basta y capaz de quitarse la vida por el amor de una -única- mujer, poco tiene que ver con esas artimañas que se marca el donjuán de hoy y que tantos quebraderos de cabeza causa.

¿Cómo reconocerlo? El Don Juan de Zorrilla era en realidad un personaje literario lleno de matices y de contradicciones morales. El paso del tiempo ha ido diluyendo la personalidad original, quedándose hoy en casi un concepto. Un estereotipo que, a diferencia de otros, cruelmente inventados por el imaginario colectivo, es una realidad. En Sevilla hay donjuanes, y en Pekín y en París. Hoy ser un donjuán es un halago, el mayor elogio que se le puede hacer a un macho. ¿Quién se resistiría a un hombre que es capaz de seducir hasta a una monja? Como se dice, los tiempos han cambiado. Hoy, las doñajuanas reivindican su feminidad y la opción de poder decir, por una vez, ahora sí, ahora no. Y también, como ellos, se las saben todas para conseguir lo que desean. La calle habla por sí sola, y da las claves para dar con ellos, pero no para esquivarlos. Cuidado.

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