Los más pesimistas dan a la selección española, por adelantado, como derrotada en el encuentro de mañana domingo ante Italia. Incluso se apoyan en lo que ha hecho Alemania, a priori inferior ante Portugal, para demostrar que la experiencia del bloque, la veteranía del ganador, hacen mucha mella en el contrario, en este caso España, tan débil en las eliminatorias decisivas.
Alguna prensa italiana nos dice que somos inferiores como país, como selección, que estamos abocados a perder porque "España pierde con cualquier Italia"; alguna televisión nos asigna el papel de pitufos, nos reduce a la nada balompédica porque siempre la Roja cae en cuartos. Pues no.
La selección va a dar el do de pecho. Si no hay codazos -qué recuerdos trae lo de Tasotti y Luis Enrique- ni sucias maniobras amparadas por el trío arbitral, España va a vencer. Funciona mejor como bloque, no le pierde respeto al rival, arriesga más que nadie y piensa que "hasta el rabo, todo es toro", porque no dejará de luchar hasta el último suspiro. Así fue frente a Suecia y luego ante Grecia. Vikingos y espartanos. Ahora ¡a por los romanos!
Nuestro equipo va a luchar contra los malos augurios, contra la mala suerte y contra nuestra historia reciente. Nada está perdido de antemano y todo está por jugar. Podemos.
