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Gracia Maqueda: 'No buscamos la revancha con los que pagaron por un bebé'

Es una de las coordinadoras de la Asociación Nacional de Afectados por Adopciones Irregulares (Anadir) en Sevilla. Ya son casi cincuenta familias las que se han unido en la provincia a este movimiento. En breve, presentarán una segunda denuncia ante la Fiscalía General del Estado.

el 03 abr 2011 / 18:05 h.

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Gracia busca a su hermano Fernando nacido en 1963.
-Hace unas semanas tuvieron una reunión que desbordó sus expectativas. ¿Cómo se sienten?
-Nos sentimos bastante satisfechos. Personalmente me siento muy tranquila como si hubiese hecho algo muy importante. Es un trabajo que hemos hecho entre Felisa, Juan y yo y está saliendo bien.

-La Policía ya está tomando declaraciones a las familias.
-Estamos muy contentos porque ya han declarado varias familias, incluida la mía. Esto se está moviendo y es importante para nosotros, pues en un mes y medio se han sucedido muchas novedades.

-Cada vez se conocen más casos de supuestos robos. ¿Cómo surge todo este movimiento?
-En Sevilla el caso más antiguo es del año 60 en Virgen del Rocío cuando a una madre le dicen que uno de sus mellizos ha muerto. Ahí empieza todo. Las madres se fueron a sus casas con la sensación de que algo no estaba claro. Muchas, como mi madre, nos cría con la certeza de que a su hijo se lo han quitado. A nivel organizativo comienza cuando Antonio Barroso descubre que es comprado.

-¿Ustedes animan a que todas las familias que hayan sufrido una situación similar denuncien o creen que hay casos en los que sí falleció el bebé?
-Es el sentido común el que debe actuar. No somos unos locos, entendemos que la probabilidad de que los fallecimientos fueran reales está ahí. Lo que ocurre es que la sospecha de que puedan estar vivos surge porque la forma de trabajar de esta presunta mafia es similar en casi todos los casos y hay tantas palabras que se repiten, tantas historias que son parecidas que nos hacen pensar que la trama podría haber existido. No se trata de crear un circo mediático ni de sacar estas heridas al sol. El sentido es encontrar a los familiares y sentar en el banquillo a los culpables.

-¿Entonces creen que era una trama organizada a nivel nacional o son casos sin conexión?
-Creo que había una trama muy bien montada, trabajando impunemente, no sé si con el visto bueno de las administraciones públicas, pero sí mirando para otro lado. No sé cuántas ni cuáles, pero una cosa así no se puede mantener durante tantos años, pues estamos hablando de tres décadas.

-¿La Iglesia también estaría supuestamente involucrada?
-Sí, sí. El caso de Antonio, por ejemplo. Sus padres iban anualmente a Zaragoza para pagar en un convento. Es muy fuerte, son menores que fueron apartados de sus familias, secuestrados, vendidos y que hoy viven siendo personas que no son en realidad. La identidad se construye en el entorno de cada uno, y estas personas no han sido construidas como deberían. Quizás en otras condiciones económicas, pero sí donde le correspondía a estos bebés.

-Ahora se encuentran con la dificultad de localizar los documentos. ¿Teme que esto puede llevar a la Fiscalía a archivar su investigación? ¿Y que los delitos hayan prescrito?
-La Fiscalía General ha indicado a las provinciales que no se archiven las denuncias por prescripción, si no que se investiguen. Eso es un primer paso que nos alegra. Somos conscientes de que pruebas no hay, porque en la mayoría de los casos lo hicieron muy bien. Ya depende de lo que la Policía vaya descubriendo. No nos prometió que encuentren a los culpables, pero sí nos dijo que iban a trabajar con todos los medios a su alcance. Eso me hace sentir muy tranquila y le pido calma a las familias y que confíen en la Justicia, porque hoy por hoy todo avanza bien. Si no en todos, quizás se pueda demostrar que las irregularidades constituyen un posible delito y puede que aparezca un hilo de donde tirar, que alguien hable. Quizás se encuentre algo y se pueda sentar en el banquillo a los culpables.

-¿Temen que los responsables no puedan ser ya juzgados?
-También tenemos que contar con eso. Quiero contar con un principio de realidad, en cuanto que no todos los niños estén vivos, que murieran porque era verdad. Puede que sí, pero también puede que no, y como cada vez que haya una puerta abierta, por ahí vamos a intentar colarnos. Hay médicos que han muerto, pero otros no, y otros están en activo actualmente. Mientras que haya posibilidades, por ahí es donde tenemos que seguir trabajando.

-¿En qué consiste esa labor?
-El trabajo es más de acompañamiento a las familias, de asesoramiento, de escucha porque hablamos de mujeres que han estado calladas muchos años. Son heridas profundas. Ellas se sienten muy apoyadas, se sienten muy agradecidas por poco que hagas.

-¿Qué ocurrirá si se demuestra que fueron robados?
-Las familias que buscamos tenemos derecho a saber si están vivos. Luego ya veremos porque estos niños que ya son adultos tienen derecho a no querer saber, a no querer tener contacto con su familia biológica y a mantener su vida tal y como está ahora. Si está con una familia que le ha querido, que está bien, que tiene otra familia, pues nos quedamos tranquilos. En este movimiento no hay ánimo de revancha, ni siquiera hacia los padres que pagaron por estos bebés.

-¿Creen que los padres adoptivos también fueron engañados?
-Le pregunté a nuestro abogado qué pasaba con estos padres y él me contesto que creía que la mayoría fueron engañados por esta trama, diciéndoles que provenían de madres solteras, prostitutas o que habían dado al niño porque no podían hacerse cargo de él. Quiero quedarme con eso, pero estas familias pagaron y lo inscribieron en el Registro Civil como suyo, eso es un posible delito de falsedad documental. A mi me encantaría que alguna de estas personas que se quedó con un bebé quisiera hablar.

-¿Cómo se han podido silenciar estos robos tanto tiempo?
-La dictadura marcó muchísimo porque el hecho de que las madres se fueran a su casa responde a una sumisión total a los poderes que el franquismo estableció. La palabra de un sacerdote, un médico, un maestro o de un militar era la palabra casi de Dios. Por eso los matrimonios se iban a su casa obedeciendo y asumiendo totalmente lo que ocurrió.

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