Hasta Bruselas por angulas

Los alcaldes y pescadores de las marismas exigen medidas contra la moratoria que prohíbe la pesca de la especie durante 10 años y que para muchos es su sustento.

el 21 ene 2011 / 18:59 h.

Dos riacheros cogiendo angulas en Isla Mayor esta semana, cuando ya estaba prohibida su captura.

El estuario del río Guadalquivir está tocado desde hace años, en peligro de extinción en muchas de sus naturales vertientes. Lo atestiguan trabajos como el del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la propia Estación Biológica de Doñana o asociaciones de ecologistas. La explotación humana esquilma su efervescencia ancestral en porcentajes alarmantes. Muestra de ello es el agotamiento de un recurso centenario como la pesca de la angula (o anguila cuando ya es adulta).

Por este motivo –su práctica desaparición– una delegación encabezada por el alcalde de Isla Mayor, Ángel García Espuny (IU), su homólogo de Trebujena (Cádiz), Manuel Cárdenas, y representantes del sector, acompañados por el europarlamentario de IU Willy Meyer, estuvieron la pasada semana en Bruselas (Bélgica). Constituidos en la Plataforma de Defensa de la Pesca de la Anguila en el Guadalquivir, mantuvieron reuniones con miembros del Parlamento Europeo –Teresa Jiménez Becerril y Gabriel Mato por el PP, Carmen Romero y Josefa Andrés Barea del PSOE, Raúl Romeva de ICV e Izaskun Bilbao del PNV– y con el gabinete de la comisaria del sector Maria Damanaki.

La Junta de Andalucía tiene aplicada una moratoria de 10 años en su pesca, que entró en vigor el 1 de noviembre de 2010. Esto produce un impacto socioeconómico en el entorno sobre un sector que en cualquier caso nunca estuvo regulado. Una de sus graves cuestiones sin resolver. Desde las marismas se pide que se pueda faenar de manera lícita y controlada, que se apueste por esta “reducción del esfuerzo pesquero, por la cría y repoblación, por la eliminación de barreras naturales y artificiales y por el control de depredadores”, en palabras del alcalde de Isla Mayor. “No estamos satisfechos del todo, pero hay una puerta a la esperanza del sector y la acogida en el Parlamento Europeo fue muy buena”, agregó tras su regreso.

El mandatario mantuvo posteriormente una reunión con los pescadores para informarles de los resultados del viaje a Bruselas. Durante el cónclave de esta semana, la indignación y la pesadumbre fueron entrando en los cuerpos de los anguleros como la fría brisa marismeña, suave aunque penetrante. El tema está complicado, “aunque hay un hilo de esperanza”, en opinión del regidor.

Se espera que la Junta de Andalucía, si bien no derogue el decreto, si lo complemente con actividades repobladoras y no lo limite tan sólo a la prohibición de las capturas. De ahí que el segundo plan de trabajo de esta plataforma se dirija a una reunión con parlamentarios de Andalucía “de todos los partidos”.

“Es un crimen lo que hacen con los pescadores”. El que así se expresa un riachero con más de 30 años de labor a sus espaldas, curtido entre el Guadalquivir y la infinidad de canales de riego y brazos naturales de la cuenca.

Da casi miedo pensar en las temperaturas que toleran estos hombres, metidos en agua helada hasta más allá de la cintura a eso de las cuatro o cinco de la mañana de un día cualquiera. “Por lo menos ahora tenemos trajes de goma, pero nuestros padres se metían con calzonas hechas de sábanas”, indica uno de ellos, que prefiere no dar su nombre porque está dentro el agua con la moratoria ya en vigor. Todos prefieren guardar el anonimato pues es ésta, la pesca de la angula, una labor ilegal, fuera de toda regla. Por estas tierras nunca la hubo. De hecho, Andalucía es la única comunidad autónoma que no aplica una legislación en este sentido, por lo que ahora, con el decreto que prohíbe su captura hasta 2020, la situación se dificulta todavía más para muchos.

Los alcaldes, pescadores, empresarios y trabajadores del sector dudan de la valía de la moratoria y plantean un mantenimiento sostenible –un alto porcentaje de las capturas están destinadas a su cría– y un trabajo de repoblación. También que se eliminen las barreras creadas, caso de la presa de Alcalá del Río, a la que se le aplicarían filtros que permitiesen la continuación de la especie cauce arriba. “Pero por ahora estaremos pescando y con miedo a que nos pille el Seprona [servicio de protección de la naturaleza de la Guardia Civil] y nos quite las artes y la pesca”, se lamenta otro riachero con los pies en el agua.

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