Cultura

Homenaje a los maestros

El cantaor de Mairena se creció en los tientos que dedicó a Miguel Vargas y a Meneses.

el 17 sep 2014 / 11:57 h.

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EL CORAZÓN POR LA BOCA *** Lugar: Espacio Santa Clara, Dormitorio Alto. Cante: Manuel Domínguez Cástulo. Guitarra flamenca: Niño Elías. Palmas: Abel Harana y Roberto Jaén. Dirección musical:Pedro Madroñal y Elías Chincoa. Dirección artística: Pedro Madroñal. Aforo: Lleno. La pasada Bienal inauguró en su sede un nuevo espacio: el Dormitorio Alto, un ámbito ideal para los recitales de cante por su carácter intimista y su atmósfera de recogimiento. Allí tuvo lugar en la anterior edición un ciclo de recitales de cante que, a pesar de la hora (siete de la tarde), tuvo una espléndida acogida. Este año el ciclo se repite con las mismas características: un cantaor junto a su guitarrista cantando sin ninguna mediación técnica frente a su público, a la manera de un recital en una peña flamenca. Eso permite una mayor cercanía entre el artista y el espectador que propicia una mayor entrega del primero y un mayor grado de participación del segundo. Pudimos comprobarlo en este recital de Manuel Cástulo, quien llegó dispuesto a darlo todo en la presentación de su disco, un recorrido de cantes con los que homenajea a grandes figuras que han sido sus maestros. El cantaor de Mairena tenía la voz un tanto rozada y comenzó con unos fandangos que dedicó a Enrique Morente en los que no acababa de encontrarse. Por fortuna se creció en los tientos que dedicó a Miguel Vargas y a Meneses, aunque donde empezó a sentirse seguro fue en las livianas. No podía ser de otra manera, teniendo en cuenta que este cante tenía como referente a Antonio Mairena. Por soleá se acordó de Fosforito y demostró su conocimiento de este cante, aunque donde más se lució fue con la malagueña de La Trini que dedicó a Calixto Sánchez, otro de sus referentes. Como también lo fue Chano Lobato, en quien se inspiró para cantar un garrotín tan rítmico como profundo. Y para terminar, como no podía ser de otra manera, dedicó por seguiriyas lo mejor de su actuación a Paco de Lucía. Por cómo subía y bajaba los tonos, y su forma de ligar los tercios, se diría que más que lamento y quejío era llanto lo que destilaba ese cante. Podría haber terminado ahí, pero Cástulo tenía guardado un as bajo la manga. Llamó al escenario a su tío Francisco y a su hermano Juan, y entre los tres nos hicieron un recorrido por soleares tan rítmico como colorido.

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