Cuando a las dos de la tarde de hoy jueves, uno de los conductores ponga en marcha el primero de los vehículos que circularán por el nuevo suburbano, Sevilla no sólo habrá ganado una línea del Metro. También dejará atrás tres décadas lastradas por el fracaso en el primer intento de construcción de este medio de transporte, a inicios de los ochenta, que dejó su huella física con la construcción de los cuatro kilómetros de túneles entre la Plata y Eduardo Dato y las bocas de los túneles en Puerta de Jerez, Plaza Nueva y la Alameda. Ha pasado el tiempo y la pretendida puesta en marcha del Metro se ha convertido en una pieza más del imaginario popular sevillano, un proyecto de credibilidad casi marginal por la incapacidad de las anteriores Aministraciones de sacarlo adelante. Desde hoy, la incredulidad ciudadana ya no tiene más motivos para acrecentarse. La ejecución del proyecto se ha retrasado en casi tres años sobre el calendario previsto y faltan por terminarse cinco estaciones, pero Sevilla y su corona metropolitana cuentan desde este mismo mediodía con 18 kilómetros de red y 22 estaciones que aliviarán los problemas de tráfico en los accesos a la capital desde la Gran Sevilla. Miles de sevillanos lo comprobarán desde este próximo Domingo de Ramos, cuando acudan a ver las procesiones de la Semana Santa y se encuentren con otra alternativa más al uso del vehículo privado para llegar al centro. La mayoría de los que utilicen este servicio se habrán olvidado ya de los socavones en Blas Infante o en la Puerta de Jerez o de la caída de la viga de la SE-30 y, en todo caso, mirarán hacia adelante y exigirán que se pongan en marcha cuanto antes las cinco estaciones que siguen en obras o que la Junta licite la construcción de las otras líneas que compondrán la futura red de Metro. Pero eso pertenece al futuro más inmediato. Hoy lo que toca es disfrutar del que puede ser uno de los días más importantes de la historia moderna de Sevilla.
