"Hace mucho tiempo que visito Arco con la sensación de que mis cuadros se quedan desnudos aquí, muy ajenos a todo lo demás. Vengo de otra generación, los pintores jóvenes hacen, en su mayoría, figuración, y yo soy un abstracto clásico, que tiene sus referentes en pintores como Rothko. Esta pintura íntima y reflexiva choca en un escaparate tan teatral como una feria de arte".
Siempre lúcido y reflexivo, el pintor sevillano Ignacio Tovar (Castilleja de la Cuesta, 1947) se presenta este año en Madrid -en el expositor de la galería Fúcares- con un dibujo de grandes dimensiones (2,10 x 3 metros) que ha sido, sin embargo, muy bien recibido por los críticos y coleccionistas que ayer colapsaban los accesos a la Feria.
"Estos comentarios me van a animar a continuar con esta línea de trabajo. Ya estoy pensado en posibles cambios y variaciones sobre esto mismo. 'Y si hiciera esto...'", comenta el autor, que ha vuelto al dibujo, al de gran formato, después de más de cinco años enfrascado en la pintura. "Volví por un encargo, pero al final he encontrado una línea que seguir", insiste Tovar, que vuelve a esas líneas que curvan su destino, en esta ocasión, en negro sobre sanguina.
