Cultura

José María Báez: pintura en resistencia

José María Báez y su pincel veterano protagonizan la actualidad expositiva de la ciudad de la última semana con sus ‘obsesiones'.

el 20 nov 2009 / 20:05 h.

José María Báez, junto a una de sus "pinturas importantes".

Pintar no es un placer. "Como tampoco lo es ya fumar, parafraseando el tango. Son dos negociados en decadencia". José María Báez (Jerez de la Frontera, 1949), avisa: se siente "hastiado, cansado, ¿para qué emplea uno tanta energía en un camino que no conduce a nada? Cuando los comisarios, los grandes curators inventan ferias y bienales de arte sin una sola pintura y luego se convoca un concurso de arte y se presentan cientos de chavales que están pintando, uno se da cuenta de que algo está fallando".

Estas son las primeras conclusiones a las que conduce, apresuradamente, una conversación con Báez, un pintor que mantiene vivas las formas expresivas de la gran pintura clásica, pero que logra ordenar nuevos registros donde el arte contemporáneo toma protagonismo. Este posicionamiento le hace levantar la voz en contra de esos "pontífices del arte del siglo XX que, a raíz de Duchamp, han establecido que todo el mundo puede ser artista... Como esa tontería de la Bienal de Sao Paulo, que ha llegado a presentar salas vacías", protesta el pintor, para quien estos golpes de efecto, así como los vídeos y las instalaciones, no pasan de ser "cosas ingeniosillas".

Frente a esta banalización del arte, "la pintura resiste, se reinventa, siempre está ahí como una especie de presencia viva", reivindica Báez.Esta militancia, beligerante contra la banalidad en el arte contemporáneo, precede a Obsesión, inquietante título que recoge la última obra de José María Báez, un conjunto de ocho pinturas de formato medio, dos esculturas y una serie de hasta ochenta pequeñas piezas de obra gráfica que ha llamado providencialmente Dietario, y en la que el autor abre torrencialmente el grifo de los sentidos en una obsesiva y larga secuencia de obras como un manantial.

"Es como una ola", explica Báez, que incluso llegó a bromear con la canción homónima de Rocío Jurado: "Cantaba Como una ola mientras montábamos la exposición porque de repente se me ocurrió que no quería presentar estas piezas, 120 en un principio, de manera ordenada, regular, distante, como se hace en todas las exposiciones. Las hemos colgado de manera aleatoria, a impulsos, hasta el punto que coloniza todo el espacio de la sala", explica.Como un ciclista que chupa rueda y bajo el tórrido sol del verano va consumiendo kilómetros, el artista ha ido encadenando soluciones formales, combinaciones de colores y piruetas de recortables en una vorágine obsesiva que busca la liberación de la líbido plástica. "Todo entra dentro del proceso de reinventarse de la pintura", un medio "obsoleto", vuelve a insistir José María Báez, que cree que "uno se sitúa delante de un cuadro y puede emocionarse profundamente delante de una mancha roja y una azul; mientras, en Internet, en el arte digital... uno se entretiene, pero nunca se emociona", advierte.

Resignado a que su pintura, nada complaciente, ni siquiera goce de "esa benevolencia visual que hay hacia la figuración", en sus obras se simultanean de forma desvergonzada los ambientes abstractos y los recursos figurativos, las complicidades conceptuales y las notas casi de dietario; así como el uso de una grafía de aspecto clásico que se ha convertido en el rasgo más característico de su pintura. "En los años 80 ya utilizaba el texto, incluía los títulos de los cuadros dentro de los mismos. Siempre me ha interesado la tipografía, como ésta, que no es romana imperial, sino una versión renacentista. Es la imagen clásica dentro del discurso contemporáneo; me gustan esas paradojas".

  • 1