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Kosovo, España, el PP y el PSOE

Mientras la dictadura comunista de Tito gobernó autocráticamente en la antigua Yugoslavia, ni una sola república de las que formaban parte de la Federación Yugoslava osó reclamar su independencia para constituirse en Estado independiente.

el 16 sep 2009 / 00:35 h.

Mientras la dictadura comunista de Tito gobernó autocráticamente en la antigua Yugoslavia, ni una sola república de las que formaban parte de la Federación Yugoslava osó reclamar su independencia para constituirse en Estado independiente. Bastó que el comunismo del Este se desmoronara después de la caída del Muro de Berlín para que la Federación se diluyera como azucarillo en un café. Fueron varias las repúblicas que surgieron de esa disolución tras la consiguiente masacre que se produjo en algunas de ellas. Serbia estuvo durante unos años en manos de un sanguinario Milosevic que casi convirtió en un juego de niños a la dictadura comunista de los años de la Guerra Fría. Cuando Serbia encuentra por fin su camino democrático, comienza un nuevo proceso de secesión, siendo Kosovo el último territorio en alcanzar su independencia y en constituirse como un Estado independiente y soberano. Al margen de la historia y de las razones que asisten y justifican algunos de los casos de independencia de las Repúblicas que constituyeron la Yugoslavia de Tito, cualquiera podría llegar a una conclusión simplista, equivocada y peligrosa: las dictaduras, sean del signo que sean, garantizan la integridad territorial, mientras que la democracia es el camino seguro para la secesión.

España ha tenido especial cuidado en evitar que se hiciera esa lectura cuando Kosovo alcanzó unilateralmente su independencia, no reconociendo a ese territorio como Estado independiente y soberano. Y, aunque formemos parte de la OTAN, nuestro ejército no tendría que haber participado en ninguna misión que supusiera el reconocimiento internacional de la independencia kosovar. La sangre de cualquiera de nuestros soldados no merece ser derramada por participar en una misión internacional que va contra nuestros principios y contra nuestros intereses nacionales. Ha hecho bien, pues, el presidente del Gobierno de España, ordenando la retirada de nuestras tropas de aquel territorio. La vida de nuestros hombres no puede ser puesta en peligro cuando no se cree en la justicia de la misión en la que se participa.

El PSOE sigue fiel al no reconocimiento de Kosovo y, por eso, ha apoyado la decisión del Gobierno de retirada de tropas españolas de ese enclave. El PP llevaba meses pidiendo esa retirada que tanto critica en estos momentos. Por lo visto, los populares pedían eso con la boca chica, porque decidida la salida del ejército, no han dudado en tirarse a la yugular de la ministra de Defensa y del presidente del Gobierno por no haber pedido autorización a los aliados de España en la OTAN y al amigo americano. Para ese viaje no se necesitaban alforjas; si nuestro ejército debía abandonar su misión cuando lo decidiera el mando atlántico, ¿para qué pedía el PP una decisión unilateral del Gobierno español? Hubiera bastado que ese partido hubiera exigido a la OTAN su retirada de Kosovo y no haber estado machacando al Gobierno de España con su sonsonete de retirada. Una vez más, los populares han demostrado su patriotismo verbal y su no alineamiento con la defensa de los intereses de nuestro país.

Ha sido suficiente con que algunos países hayan criticado nuestra posición y decisión, para que el PP se haya aliado con ellos, quedándose una vez más ciegos con tal de que Zapatero y el PSOE se queden tuertos. Dirigentes populares y algunos medios de comunicación afines a las posiciones políticas del PP han puesto estos días el ejemplo de Gran Bretaña, que ha ido retirando a parte de su ejército de Kosovo y de algunos otros lugares en los que estaban presentes, sin que se haya notado en la escena internacional ni se haya visto su Gobierno envuelto en reproches de ningún tipo. Efectivamente ha sido así; la diferencia es que todo el mundo sabe que cuando el Gobierno británico toma una decisión sobre política internacional o de defensa, la oposición parlamentaria se alía con su Gobierno en la defensa de esas políticas, mientras que en España, todo el mundo percibe que si el Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero adopta una estrategia tendente a defender principios en los que creemos, como ha ocurrido en este caso, no apoyando secesiones unilaterales, para no dar un solo argumento a los que desde nuestra casa están locos por encontrarlos, el PP se une al coro de voces que desde fuera de nuestras fronteras defienden, como en este asunto, posiciones que les benefician geoestratégicamente. El patriotismo del PP vuelve, otra vez, a quedar en evidencia; alborotan mucho, tienen la palabra España a flor de labios, pero cuando se trata de arrastrar incomprensiones externas como consecuencia de defender nuestros intereses, los populares se olvidan de su patriotismo y se sitúan en las coordenadas de los que van a su bola y juegan a sus intereses.

De nuevo el PP se asusta ante la posible reacción de los norteamericanos, siguiendo con su viejo servilismo de que si somos obedientes y no les molestamos, obtendremos enormes beneficios, al estilo de lo que nos prometió el Gobernador de Florida, el hermano del insigne George Bush, cuando vino a España después de la vergonzosa sumisión de Aznar y Rajoy a los designios belicistas del imperio. Cuando retiramos las tropas españolas de Afganistán, los del PP nos intentaron asustar con el deterioro que sufriría nuestro país como consecuencia de haber puesto nuestros principios por encima de nuestras alianzas. Ni lo uno ni lo otro. Hoy todo el mundo está pagando el resultado de una crisis que se inició en el sistema financiero de quien ni nos castigó ni nos premió. Hoy el mundo está globalizado, aunque Rajoy no se haya enterado.

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