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La Alfalfa, espacio recuperado

El equipo municipal que gobierna el Ayuntamiento de Sevilla por mandato ciudadano tendría que pasar a la historia de la ciudad por estar ejecutando con éxito el más ambicioso programa de recuperación de numerosos y deteriorados espacios urbanos de la historia reciente. El inmediato veredicto positivo de los ciudadanos a dicho proyecto se ha vuelto a...

el 14 sep 2009 / 20:20 h.

El equipo municipal que gobierna el Ayuntamiento de Sevilla por mandato ciudadano tendría que pasar a la historia de la ciudad por estar ejecutando con éxito el más ambicioso programa de recuperación de numerosos y deteriorados espacios urbanos de la historia reciente. El inmediato veredicto positivo de los ciudadanos a dicho proyecto se ha vuelto a refrendar con el literal asalto popular del que disfruta ya un rincón tan especial como la Plaza de la Alfalfa. Casi sin dar tiempo a retirar las vallas, tras cinco meses de molestas pero necesarias obras, cientos de sevillanos han comenzado a disfrutar la profunda transformación que ha experimentado la plaza. Nadie ha esperado a la inauguración oficial, por otra parte sólo necesaria para los artífices de la obra que sin duda la merecen. Los sevillanos se han dado cuenta que ahora sí son dueños de ese rincón de su ciudad que ha pasado en un tiempo prudencial de ser un aparcamiento/circuito descontrolado de todo tipo de vehículos, cuando no un botellódromo ilegal en las noches juveniles del fin de semana, a un paraíso infantil y un remanso de paz agradecido por las familias. El Ayuntamiento culmina con éxito la recuperación de otro popular referente urbano del que la ciudad no podía disfrutar hasta ahora. Pero más relevante aún es que esta destacada actuación municipal no es una isla en la nada. Se enmarca en un proyecto estratégico, sujeto a críticas desde luego, pero al que no se le puede usurpar un alto grado de valentía política para conseguir devolver la ciudad a sus legítimos dueños. Y el instrumento elegido para lograrlo fue el programa de peatonalización de sitios de la ciudad entregados desde siempre a la agresividad del tráfico del que la Alfalfa es un entrañable capítulo más. No se trata de doblegar la voluntad de la población en cada decisión municipal, como sostienen ciertos agoreros de los cambios, sino de hacer política real con el máximo consenso como fórmula habitual. Pero los gobernantes han sido elegidos para actuar y modificar todo aquello que dañe a la ciudadanía. Visto el exitoso revuelo de la obra de la Alfalfa el camino elegido, pese a sus inevitables baches, sigue siendo el acertado.

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