La arena de El Rocío hecha pintura

José Larriba emplea originales técnicas para realizar pintorescos y barrocos cuadros

el 29 nov 2013 / 23:30 h.

Por Auxi Contreras arena-rocioEl rulo y el latón han llenado su frigorífico toda su vida, desde que era un adolescente. El pincel y la paleta hacían el otro papel, el que tiene que ver con el alma. Y así, durante los 76 años que cumplió este mes de noviembre. Cuadros suyos hay en Inglaterra, Alemania, Argentina, Portugal y toda la geografía española. Un arte naif que le ha llevado a desarrollar una técnica muy peculiar y cargada de sentimiento: la pintura a partir de arenas de El Rocío. José Larriba es un pintor de nacimiento que no entiende de escuelas ni de crítica pictórica ya que para él “pinta el que quiere hacerlo y le gusta porque eso se lleva dentro”. De niño cambiaba a sus amigos, que no cesaban de invitarlo a jugar, por el lápiz y las únicas otras aficiones que le interesan, que son “el toreo y el Sevilla F.C.”. Tanto es así, que la firma con la que rubrica cada uno de sus cuadros contiene un escudo del equipo. Los motivos que llenan su imaginación y su obra son “escenas costumbristas y todo lo Barroco”, porque él es “muy Barroco” y lo demás no le interesa. Sevilla y su Brenes natal, sus imágenes sacras, su equipo y su iconografía y el toreo llenan una cochera hecha estudio. Ha pintado sobre capotes así como en terciopelo, seda natural y Damasco. Nada se le escapa. Hasta que un día, después de llevar tiempo usando policromía en polvo de oro y de plata, decidió probar con la arena de donde está la otra mitad de su pasión: la Virgen del Rocío. No satisfecho con llevarla también en su firma, comenzó a “probar, investigar, tirar y volver a probar” hasta que dio con la tecla. “Un óleo que puede llevar una semana hacerlo” puede prolongarse hasta “tres meses” con esta peculiar forma. “Primero se da el relieve” y posteriormente “el color”. Arte cargado de simbolismo, de arena santa para el creyente que su hermano le trae “cuando va” y que, además, “se puede tocar, limpiar y sentir”. Por eso, sus cuadros fueron elegidos para una experiencia con personas ciegas que “por primera vez pudieron ver un cuadro”. Su primer lienzo lo vendió con 16 años “por 6.000 pesetas”, aunque ha “regalado más que vendido”. Una vez, decorando una furgoneta para vender fruta en la calle, llamó la atención de una señora, “que era inglesa”, y con la que llegó a entenderse por señas. Después de hacer varias fotos al furgón quiso ver su taller, del que salió “con una escena de dos gitanas bailando en el callejón del agua”. La Virgen de los Reyes, muy presente también en su obra, la plasmó en una enorme alegoría que estuvo expuesta en una cafetería de la avenida de la Constitución. “Le pusieron un ramo de flores”. El Gran Poder y la Amargura de Brenes, primera Virgen que pintó con arena rociera en una pieza de casi dos metros de alto, tampoco faltan en su casa, convertida en galería para el visitante. Su mujer, en el cortijo Matamarilla de la familia Sánchez-Dalp en el año 59, preside el salón. José Larriba continúa hoy, por las mañanas porque por las tardes hace mucho frío, incansable en su cochera dándole a su arte, con la puerta abierta como regalo para el que pasa. Su sueño es pintar una bóveda o techo, como el del Sagrario de la Iglesia de Brenes y la ermita de San Sebastián que realizó en el año 83 y que hace unos años fueron eliminados, “sin permiso”. Una lástima de fácil arreglo.

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