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La carga de Sevilla

Apenas transcurridos unos meses desde las primeras elecciones municipales Torres Vela, concejal del Ayuntamiento granadino, fue nombrado consejero de Cultura por el presidente Borbolla. Poco después, el entonces alcalde de Granada, el socialista Antonio Jara, lo tachaba ya de "sevillano" por algo que yo, ni nadie, recuerda.

el 15 sep 2009 / 17:46 h.

Apenas transcurridos unos meses desde las primeras elecciones municipales Torres Vela, concejal del Ayuntamiento granadino, fue nombrado consejero de Cultura por el presidente Borbolla. Poco después, el entonces alcalde de Granada, el socialista Antonio Jara, lo tachaba ya de "sevillano" por algo que yo, ni nadie, recuerda. En Málaga ya habían comenzado algunos a andar ese camino poniendo por delante una utópica capitalidad de Andalucía para Antequera y algunos años más tarde -cuando comenzó a sentarse la idea de una Exposición para el 92- hasta en Huelva se encontraría tenores, sopranos y barítonos para el coro antisevillano.

También fue una conspiración la reorganización del Ejército que abolía la capitanía general granadina y la última maniobra de este tipo -para el alcalde de esa ciudad, sevillano durante el mandato de Aznar como delegado del Gobierno en Andalucía- sería la hipotética unificación de las cajas de ahorro andaluzas, un plan sevillano, urdido por el presidente Chaves. Sevilla, mientras tanto y como es lógico, no tiene arte ni parte en ninguna de esas operaciones; no es más que una ciudad como cualquier otra a la que por su historia y por su peso demográfico le toca cumplir determinados papeles.

Pero los estereotipos son reales cuando se forman y, como la verdad del viejo y malévolo refrán de calumnia, que algo queda, llevan consigo las líneas de la mala imagen y una carga para quien tiene que soportarla. Eso lo sabe cualquiera. Por eso mismo deben saberlo los dirigentes de partidos, de entidades financieras o de corporaciones. ¿Por qué entonces se promueven y se deja que se promuevan infames localismos que, a la postre, irán contra todos? Quizás el instinto de autodestrucción sea más fuerte de lo que parece y a Sevilla no le quede otro remedio que soportarlo.

Antonio Zoido es escritor e historiador

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