Cofradías

La Cena ‘bendice’ la Encarnación

La hermandad de San Roque y la Amargura también pasaron bajo el nuevo 'arco' para las cofradías.

el 17 abr 2011 / 21:53 h.

La cita de este Domingo de Ramos era en la nueva Encarnación. Cofrades y curiosos aprovecharon el graderío que forma la escalinata que accede a la denominada Plaza Mayor para presenciar los primeros nazarenos y el misterio de La Cena –que cambiaba sus habituales faroles por candelabros– que regaló un nuevo arco a la Sevilla cofrade, el que forma la pasarela que une las setas de Jürgen Mayer. La amplitud de esta gran plaza no evitó que se formara una bulla al paso de la cofradía, como ocurrió en otros puntos del Centro debido a la gran aglomeración de público.

Por lo demás, la primera jornada de la Semana Santa de 2011 cumplió el guión más deseado. Un sol radiante –los chinos sembraron La Campana de sombrillas, aunque la plaza no se llenó por completo hasta que empezó a caer la tarde– se alió con las hermandades del día para que no tuvieran que hacer ni una sola llamada a la Agencia Estatal de Meteorología. Y aunque cierta dificultad, finalmente se cumplieron los horarios manteniendo los tres minutos de adelanto que había solicitado La Borriquita para su paso por Carrera Oficial.

“A Dios por el Amor” comenzó, como fijan las reglas de la hermandad, José Ramón Begines al solicitar la primera venia en La Campana. El joven nazareno blanco, que ya tiene 13 años y la próxima Semana Santa saldrá con la túnica negra acompañando al Amor, recitó sin titubear el título de su cofradía. Y, por primera vez, se la concedió el obispo auxiliar, Santiago Gómez Sierra, que se convirtió en protagonista de la jornada, al menos, en el palquillo de La Campana. “Es una alegría para mí darte la venia para que tu hermandad y todas las que procesionan en Semana Santa manifestando la fe de la Iglesia en Jesucristo, y como los niños hebreos, proclamar nuestra fe en el Señor”.

El exorno floral elegido por Javier Grado para los pasos de Jesús Despojado dio el toque de color: minicalas majestic red e hipericum rojo y monte silvestre con statice, astromelias rojas, iris y limonium para el misterio y minicalas captain (rosadas), rosette e hipericum blanco para el palio de la Virgen del Mayor Dolor y Misericordia, según detalló, afortunadamente, la hermandad en un comunicado. La corporación celebra precisamente este año el centenario del nacimiento del autor de su titular, Antonio Perea Sánchez, que talló a Jesús Despojado en prisión. El Señor de la Victoria lució ayer túnica lisa burdeos y prescindió del mantolín. La Virgen de la Paz dejó unos minutos de retraso debido a un incidente que sufrió al inicio de la estación de penitencia: se rompió el bastidor del frontal del palio.

Ya el capataz del misterio de La Cena, Rafael Díaz Talaverón, quiso recordar en su dedicatoria de la levantá en Campana al desaparecido Rafael Ariza . Lo mismo ocurrió ante el crucificado de la Buena Muerte de la Hiniesta. Ramón Ariza llamó a sus hombres: “Esto es ley de vida. Mi padre este año no está. Ahora llamará mi hijo”. Y el niño, también Ramón, se mostró como auténtico continuador de la saga. Sin temblarle el pulso arengó a los costaleros y mandó al misterio de la Hiniesta al cielo.
Pero la dedicatoria en el palio fue más emotiva si cabe. Un costalero, desde abajo, le pidió la palabra a Rafael y Pedro Ariza: “Ésta va por tu padre, maestro de capataces y costaleros. Siempre que suene un martillo en San Julián le recordaremos. Va por él, por el gran Ariza”. Pedro Ariza sólo pudo tocar el martillo, emocionado y agradecido a una cuadrilla con la que su padre tuvo que solventar, un Domingo de Ramos, ciertas diferencias.

La Hiniesta recuperó el tiempo de retraso dejado por La Paz y La Cena, pero San Roque –cuyo titular volvió a lucir la túnica bordada– no los supo aprovechar y, es más, el palio de la Virgen de Gracia y Esperanza tuvo que pasar por La Campana a golpe de tambor. Tanto es así que la hermandad del Amor decidió postergar su salida diez minutos para evitar el parón en La Campana.

Aún con luz del día, gracias a esta Semana Santa tardía, el Señor de las Penas entró en Campana trianeando. Las florituras de la cuadrilla mandada por Manuel Vizcaya despertó la segunda gran ovación del día. La primera fue para los costaleros de Jesús Despojado. La tercera para el Señor del Silencio. Los nazarenos de la calle San Jacinto también aguardaron a pies quietos y dispuestos en tres filas a que avanzara San Roque. Después, La Estrella, sin perder su compostura y el buen hacer de sus costaleros, recuperó el tiempo acumulado.

Entró en la plaza con los sones de Estrella Sublime y se despidió con Campanilleros. Una representación de la nueva hermandad de Pasión y Muerte acompañaba a la presidencia del paso, justo delante del palio, tras los ciriales. Entretanto, a los sones de Amarguras, salía la dolorosa de San Juan de la Palma. Antes, el misterio hacía honor al título de Silencio Blanco, que también ha celebrado este año su centenario con una exposición en el Círculo Mercantil.

Y el cierre de la jornada, aunque con nazarenos de negro, es el mismo que lo abrió: con el Dios que lleva al Amor, el maravilloso crucificado de Juan de Mesa sobre un monte de claveles rojos con el pelícano que ofrece su vida para alimentar a sus polluelos y que avanza en absoluto silencio. La Campana se quedó desierta para recibir a la Virgen del Socorro.

 

 


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