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La ética de los cuernos

En este país los asuntos de cuernos están muy mal vistos, sobre todo si se aplican en referencia a todo un hombre supuestamente engañado por su pareja, mala mujer. No hay que decir que el concepto cornuda no está reflejado en mi querido diccionario de la Real Academia Española de la Lengua...

el 15 sep 2009 / 22:42 h.

En este país los asuntos de cuernos están muy mal vistos, sobre todo si se aplican en referencia a todo un hombre supuestamente engañado por su pareja, mala mujer. No hay que decir que el concepto cornuda no está reflejado en mi querido diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, ya que en su segunda acepción sólo dice, para explicar el significado de cornudo o cornuda, lo siguiente: Dicho del marido, cuya mujer le ha faltado a la fidelidad conyugal. Nada, ellos a lo suyo, viendo de forma machista el mundo, desde su atalaya como supremo de la lengua. Aunque, por mí, se pueden quedar con el caduco término.

Curiosamente, todo esto ocurre en el país en el que hay cuernos emblemáticos, como los del negro toro de osborne, que ejercen de símbolo patrio, especialmente en los grandes eventos deportivos, justo cuando el pueblo más se identifica con la bandera española. Pues, pese a eso y a que la fiesta nacional sea, según la legislación vigente, patrimonio cultural andaluz, los cuernos siguen estando mal vistos. Quizás por ello, quienes creen en la importancia social de estas cosas, o son los últimos en enterarse, o hacen como no se enteran u optan por la discreción.

Y luego están los que presumen de cuernos. Nada que ver con parejas abiertas, porque los cuernos, como dice la gloriosa RAE, suponen engaño. Entonces, el desasosiego que produce en el espectador el exhibicionismo de cornamenta, ¿tiene una razón ética o estética?.

Para buscar respuesta, hagamos un ejercicio de agudeza visual. Ver la foto del Ministro de Justicia, Fernández Bermejo, rodeado de cornamentas de ciervos abatidos en cacería y a él sonriente y campechano. Con una estética deplorable, presume y alardea de cuernos mientras se los coloca a todos los que somos críticos con la caza. Pero, además, estos cuernos van contra la ética. La prescindible presencia ministerial en una cacería con Garzón distrae de lo importante, la investigación de un presunto caso de corrupción en el entorno del PP. El ministro es torpe e incoherente, ¿será Zapatero el último en enterarse?.

Periodista

opinion@correoandalucia.es

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