La demanda del Betis contra la Federación Española de Fútbol (RFEF) debe de estar en manos del juzgado de Majadahonda desde ayer, pero muy cerca, en la Ciudad del Fútbol, ni siquiera estaban al tanto. La RFEF no valorará la protesta hasta que reciba una notificación oficial.
Horas después de que el Comité de Competición sancionase al Betis con la clausura de su campo y la pérdida de los puntos disputados frente al Athletic, el conjunto verdiblanco anunció que acudiría a la justicia ordinaria para defender sus derechos. Ha sido más de un mes de continuos anuncios por parte de los servicios jurídicos del Betis, pero en la Federación, como si nada. La demanda ya está en el juzgado, pero en la sede federativa ni siquiera se habían enterado de la noticia.
A partir de ahora, la RFEF esperará que el proceso siga su curso antes de pronunciarse oficialmente. Su secretario general, Jorge Pérez, no quería valorar un hecho del que no tenía constancia, aunque a través de su departamento de prensa ya adelantaba que el Betis tendrá que atenerse a las consecuencias de lo que dicta el reglamento futbolístico, tanto el español como el europeo y el mundial.
No es una amenaza, al menos por ahora, sino un recordatorio de lo que la UEFA y la FIFA han dejado claro más de una vez: el deporte rey tiene sus propios tribunales y no admite que un club o un jugador coja otro camino. Ya lo dice el artículo 59 de los Estatutos de la UEFA: "Los clubes [...] acuerdan reconocer la jurisdicción del Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS)". Y el 60 añade: "Las federaciones incluirán en sus estatutos una provisión por la cual las disputas a nivel nacional serán remitidas en última instancia a un tribunal de arbitraje independiente e imparcial, excluido cualquier tribunal ordinario".
Y lo que son las cosas, ayer mismo trascendió que la FIFA ha instado al delantero peruano Claudio Pizarro a retirar una demanda que presentó contra la federación de su país para recurrir una sanción de 18 meses por indisciplina. También recuerda al jugador del Chelsea que puede dirigirse precisamente al TAS, opción que su agente, por cierto, admite con agrado para no complicarse mucho la vida.
