Cultura

La gran exposición sobre los fondos de Bellver será finalmente a principios de 2011

Bernardo Bueno lima asperezas con el coleccionista bilbaíno afincado en Sevilla y reabre el sueño de donar su colección a la ciudad.

el 10 ago 2010 / 20:14 h.

Una vez más, y van ya unas cuantas, la Consejería de Cultura ha tenido que echar mano de la diplomacia de su delegado provincial, Bernardo Bueno, para, antes de marcharse de vacaciones, dejar normalizadas las siempre tensas relaciones con el coleccionista y vecino de la Plaza del Museo, Mariano Bellver.

Bueno se vio este lunes con Bellver para transmitirle la que, esperemos, sea la buena nueva definitiva: que la exposición que le prometieron con una parte selecta de su vasta, valiosa pero desigual colección artística -su domicilio es un puro museo configurado según sus criterios y los pocos que le han asesorado en sus numerosísimas y costosísimas compras- se inaugurará en el Museo de Bellas Artes durante la primera quincena de 2011, es decir, que será la primera muestra temporal del nuevo año de la pinacoteca hispalense.

La noticia llegó acompañada con las consiguientes disculpas y con los capotazos verbales que Bueno pone en práctica en este tipo de situaciones comprometidas. Y es que no es para menos porque la Consejería de Cultura, y el Ayuntamiento -que también está en la misma onda-, sólo le han dado malas noticias a Bellver, un hombre que, en el ocaso de su vida, tiene tan sólo un deseo claro y rotundo: legar a la ciudad en la que ha vivido y que le ha dado una esposa su notable patrimonio artístico, especializado en el costumbrismo pero con piezas barrocas de gran interés y algunas un tanto más peculiares, como una colección de bastones que seguro que interesaría a Antonio Gala.

Para hacer efectiva esa donación, Bellver pide que sus fondos vayan al Bellas Artes, un museo pendiente de ampliación por parte de su titular, el Estado. Dicha ampliación tiene, tras muchos años, ya los parabienes de Estado y Junta, que gestiona el espacio; pero la crisis económica ha ralentizado, que no frenado, dicha operación.

Para colmo, la exposición para abrir boca que le prometió la Junta a Bellver para dar a conocer sus tesoros, prevista para después de este verano, también se anunció que se retrasaba, lo que ha colmado la paciencia del coleccionista una vez más -esto de la donación lleva como demasiados años coleando sin solución-.

Esa crispación se tradujo, de nuevo, en la misma amenaza: "Como me muera antes y no haya ampliación del Bellas Artes y esté todo listo para la donación, ésta no se hará". La mediación de Bueno ha devuelto la calma.

El caso Bellver es poco menos que calcado al sufrido por el coleccionista y ceramólogo Vicente Carranza, quien desde hace años manifestó su disposición a donar, por un tiempo determinado, la parte andaluza de su importante colección de cerámicas. Y la operación estuvo a punto de no hacerse por las fricciones políticas y la burocracia que acarrean este tipo de gestos.

En el caso de Bellver -y el Ayuntamiento ya quiso obtener lo mismo de la colección de Tita Cervera, que finalmente irá a Málaga-, se une una complejidad: sólo admite que sus fondos vayan al Bellas Artes, y tal cual está ahora es un museo colmatado. Depende de una ampliación proyectada y presupuestada, pero que no concluirá antes de 2015.

Y Bellver tiene más de 80 años y ganas de ver realidad su deseo. Por eso repite que "llevo siete años ofreciendo mi colección y sólo hacen ponerme trabas".

  • 1