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La Gran Sevilla avanza bajo tierra

Sevilla va a estrenar oficialmente su primera línea de Metro el próximo dos de abril. Es cierto que han pasado 30 años desde que se formuló el primer proyecto, décadas desde que se abrió la primera boca y se excavó el primer túnel y cuatro años de prórroga desde que, esta última y definitiva intentona, había programado su fecha de arranque.

el 16 sep 2009 / 00:34 h.

Sevilla va a estrenar oficialmente su primera línea de Metro el próximo dos de abril. Es cierto que han pasado 30 años desde que se formuló el primer proyecto, décadas desde que se abrió la primera boca y se excavó el primer túnel y cuatro años de prórroga desde que, esta última y definitiva intentona, había programado su fecha de arranque. A nadie se le escapa la complejidad de una empresa de estas características: a decir de los expertos la obra de ingeniería más complicada que se ha practicado en la Historia de las obras públicas en Andalucía. Y también es cierto que las tres restantes paradas y la estación de Puerta Jerez no estarán disponibles hasta verano. Pero hasta aquí los debes. Lo que queda por delante son los haberes. Obviamente, los profesionales de la catástrofe estarán afilando el lápiz para encumbrar la primera anécdota que se presente; y si se trata de un incidente, por ridículo o comprensible que resulte, también servirá para que no decaiga la fiesta del cainismo local. Pero qué le vamos a hacer, es que hay gente que es así, taciturna por naturaleza y amargada por deformación profesional: les cuesta alegrarse con las buenas noticias.

Una ciudad con Metro no es simplemente una ciudad mejor comunicada, es, simplemente, otro concepto. La utilización de la pequeña superficie de suelo subterráneo que ocupa la instalación ferroviaria ofrece unos resultados espectaculares en cuanto a la movilidad de los ciudadanos. Un beneficio que se traduce directamente en ahorro de tiempo, en una mayor efectividad de las horas laborales, de las gestiones privadas y de la administración. Supone restañar las distancias precedentes entre dos puntos y todo ello se derrama consecuentemente en la economía. La gente que ha vivido en ciudades con Metro -la red madrileña, por ejemplo, es extraordinaria- sabe que un Metro a la puerta de casa te cambia la vida. Aún queda para que Sevilla disponga de una red tupida que conecte en vertical, horizontal y transversal la ciudad y su Área Metropolitana. Pero se ha dado un primer paso que será irreversible: ninguna ciudad se conforma sólo con el aperitivo de la primera línea cuando experimenta la eficacia de este sistema de transporte, que viene a ser, además, perfectamente complementario con la apuesta de la ciudad de Sevilla por una movilidad no contaminante, sostenible, moderna y de futuro, representada por el gran paradigma que es la peatonalización, una apuesta que esperemos se siga abriéndose paso, porque también es irreversible.

Precisamente, la apuesta del equipo de la ex consejera Concha Gutiérrez del Castillo (el actual consejero, Luis García Garrido, ya era su vice) por convertir el Metro en un producto metropolitano ha supuesto un factor de acierto añadido. Aparte de la maniobra política que llevaba adherida para recuperar el control del proyecto en los tiempos de Rojas-Marcos, quien también apretó lo suyo. Hoy el Metro representa realmente un instrumento más útil para facilitar los accesos a Sevilla que en el sentido de mejorar su permeabilidad interna, aunque también. No conviene olvidar el caos diario para acceder a Sevilla, que no por repetido y conocido ha salido de la agenda. Será interesante comprobar cómo incide la primera línea del Metro en las caravanas al arranque de cada día. A la vez, el Metro tiene la oportunidad de ser un elemento más de cohesión de la llamada Gran Sevilla: tanto por su arribo y partida de algunos de sus municipios estratégicos (Dos Hermanas, Alcalá de Guadaíra, San Juan o Mairena) como por el acercamiento que supone para el resto de pueblos a las estaciones periféricas y su conexión real con el corazón de la capital (Plaza Nueva) utilizando la interconexión con el Metrocentro en el Prado y a partir de verano en Puerta Jerez. El Metrocentro debería entrar ahora en una fase de definición definitiva: cada vez será más eficaz en la medida que crezca y complemente al metropolitano. Es tal el cúmulo de buenas noticias que lleva aparejado un estreno de estas características que cuesta resumirlas en un artículo.

Tardará aún un buen puñado de años en trenzarse una red completa de líneas, aunque la primera, ya a punto de inaugurarse, era la más compleja. Pero merecerá la pena.

Hay un elemento más, significativo y vivificador, que nos arroja este esperado estreno. Nunca estuvieron tan unidos a lo que históricamente se ha llamado Sevilla -su zona monumental- un buen puñado de barrios muchas veces dejados de la mano, a partir de Gran Plaza: la zona de tres barrios (parada de Mayo), Barrio Amate, Juan XXIII, Santa Aurelia (parada de Amate), Padre Pío, Palmete (parada de Palmete), Su Eminencia, la Barriada la Plata, Barriada de la Música, Rochelambert e incluso zonas de El Cerro (parada de La Plata). Es el nuevo mapa de la mano de la ciudad, con su línea de vida bien marcada. Y son los nuevos confines de la Gran Sevilla.

ahernandez@correoandalucia.es

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