Jóvenes al día

La movilidad estudiantil, todo un fenómeno en alza

Los programas de intercambio académico son cada vez más demandados pese a la crisis que azota Europa.

el 20 sep 2014 / 08:00 h.

Imagen _MG_3054 copiawebJessica Froidcoeur es una estadounidense de 21 años que realiza un programa de intercambio académico entre su universidad, la North Central College de Chicago, y la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla durante este curso. Jessica estudia la carrera de Educación y Español, su universidad es privada. En su caso, el programa no financia su estancia en España, tampoco recibe ayudas: «Tengo que pagar mis tasas en mi país, con eso y el convenio firmado entre ambas universidades es suficiente, además de todos los gastos que derivan de mi estancia aquí», apunta. Jessica permanecerá cuatro meses en Sevilla: «No demasiado tiempo», lamenta insinuando que será insuficiente. Las clases para los alumnos de la UPO comenzaron esta semana: «No me están resultando difíciles, además entiendo bien a los profesores cuando hablan», asegura. Su proceso de integración comenta que está siendo rápido y positivo, además vive con una familia de acogida que le ayuda en todo lo relacionado con su vida aquí. No es la primera vez que Jessica tiene contacto con la lengua hispana y prueba de ello es su ligera soltura con el idioma: «Durante el verano pasado estuve en Guatemala y El Salvador con un programa de vacaciones solidarias donde tuve mi primer acercamiento al español», comenta. «Decidí viajar a España porque quería aprender español y conocer Europa, España me parece un lugar maravilloso, además siempre tuve claro que quería vivir en Sevilla, es una ciudad fantástica», declara la joven. El único inconveniente que destaca es lo cara que le resulta la ciudad en comparación con Chicago, «además de perder mucho dinero con el cambio de dólares a euros», subraya. ASESORAMIENTO . María Pasca es becaria del Centro Universitario Internacional (CUI) de la Universidad Pablo de Olavide y se encarga de asesorar a los estudiantes erasmus que pasan su estancia en Sevilla. Su labor se centra en el housing, es decir, buscar alojamiento a los alumnos, además de integrarse en otro tipo de programas, como uno de voluntariado dedicado a la participación de los alumnos internacionales en colegios de la ciudad. «La idea es que vayan a las clases de inglés y realicen juegos con los más pequeños para que se familiaricen con la lengua inglesa», explica. Por otro lado, María también coordina un servicio en el que los alumnos internacionales pueden impartir clases de inglés para particulares, o bien, si lo desean, también pueden trabajar cuidando niños, estos servcios de forma remunerada. María estudió traducción e interpretación de inglés y francés en la UPO y participó en dos programas de movilidad en el extranjero, Erasmus y Erasmus-Prácticas, con estancias en Suecia y Bélgica, por lo que su experiencia siempre es de gran ayuda para los estudiantes que han elegido Sevilla para estudiar. «También sé lo bien que se lo van a pasar», asevera. Con diferencia, sostiene que los que llegan «más perdidos son los japoneses», ya que no saben muy bien inglés ni español, así que van todos juntos. Este año estudian en la UPO un total de 30 nipones, «bastantes en relación a otros años», comenta. Junto a estas labores también participa en el programa de prácticas de lengua. María se encarga de «reclutar» a estudiantes españoles interesados en ponerse en contacto con extranjeros. «Les hacemos un seguimiento y organizamos actividades en la Olavide», asegura. Una de las más exitosas son las mesas lingüísticas, que tienen lugar los martes y miércoles: «Ofrecemos tapas y bebidas gratis y vienen a practicar el idioma», informa. En relación al alojamiento, la preferencia es la estancia en viviendas de particulares: «Es quizás la mejor manera de sumergirse en la cultura española», reconoce. No obstante, los alumnos procedentes de Estados Unidos, con un sistema educativo privado, «vienen con sus propios alojamientos ya buscados». María realizará esta labor hasta diciembre y recibe una remuneración de 130 euros al mes, por diez horas semanales. «Estoy terminando la carrera, así que tengo unos horarios coordinados con las clases». Accedió a este puesto a través de la plataforma Ícaro para prácticas, donde solicitó el trabajo y luego pasó dos entrevistas en inglés. EXPERIENCIA ERASMUS . Fátima Taboada es una joven estudiante de Periodismo de la Universidad de Sevilla que durante dos años consecutivos ha disfrutado de una Erasmus. Su primera experiencia fue en el curso 2012/13, cuando participó de la Erasmus en Viena con una estancia de nueve meses. Más reciente queda su experiencia con la Erasmus-prácticas, ya que apenas llegó en julio procedente de Atenas tras realizar cinco meses de trabajo en una empresa periodística. «Me decidí por Viena porque era consciente de que debido a mi nota no podría acceder a otros destinos que hubiera preferido», plantea la doblemente Erasmus. Además añade que partió con la ventaja de saber un mínimo nivel de alemán, quizás una lengua aún poco practicada por los estudiantes españoles. «El examen no me resultó demasiado complicado, aunque no obtuve grandes resultados, un A2». A pesar de que el nivel mínimo para poder acceder a la beca Erasmus es el B1, comenta que en aquella ocasión los resultados de los exámenes no fueron «buenos» en general y bajaron el nivel a un A2, con lo cual pudo acceder. Con la Erasmus-prácticas fue diferente, comenta: «En esta beca no eliges el país, sino que buscas una empresa en el destino que desees, incluso tú debes encargarte del acuerdo de estudios». Además indica que le apetecía mucho vivirla en un país mediterráneo. En ninguna de las dos experiencias ha tenido ningún problema importante. Además plantea que el inglés está muy extendido entre los países europeos y siempre era una solución «terminar hablando en inglés». El tema de las convalidaciones sí fue algo complicado para ella: «Muchas de las asignaturas del acuerdo al llegar a Viena no existían, por lo tanto tuve que modificarlo muchas veces, además hubo asignaturas que finalmente cursé que no correspondían con la que debía cursar en origen», destaca. Fátima expone que sólo hubo un momento en que la experiencia se le hizo un poco cuesta arriba, en su experiencia de Erasmus-prácticas tuvo que ejercer de periodista de lengua inglesa y eso fue complicado: «Mi inglés no es tan profesional para escribir una noticia y eso me agobiaba. Al principio mis supervisores estaban muy pendientes de mí, me corregían, pero pasado el tiempo se terminaron cansando y empezaron a pasar un poco y me aislé». En cuanto al mito de que los erasmus estudian poco y disfrutan mucho, ella está de acuerdo, al menos en su caso. «Reconozco que hice un acuerdo fácil, para no tener que matarme a estudiar, además aprobé las asignaturas justas para no tener que devolver la beca, no me esforcé mucho. Además me traje asignaturas suspensas porque no me presenté a ellas», confiesa. «No volvería a repetir una tercera experiencia Erasmus, disfruté mucho de ambas vivencias, viajé mucho, conocí a muchas personas, entre ellas a mi novio. Fue un aprendizaje irrepetible y maravilloso, pero es hora de pasar página, ahora quiero hacer algo diferente, encontrar un trabajo por ejemplo», afina. INTERNACIONALIZACIÓN. Pilar Rodríguez es la vicerrectora de Internacionalización y Comunicación de la Universidad Pablo de Olavide y por ende responsable de este tipo de programas de intercambio académico. Asegura que no es difícil participar en estos programas y que la UPO tiene una gran oferta, por lo que «si no se consigue acceder por una vía se puede hacer por otra», asegura. «A lo largo de los cuatro años de carrera hay alumnos que consiguen disfrutar de distintas becas como la Erasmus, Mexicalia o Atlanticus», plantea. «Incluso se ha dado el caso de estudiantes que han accedido a las tres», reconoce. El programa más demandado es Erasmus porque en las otras becas existe un tope: «Erasmus tiene una financiación tripartita mientras otras becas tienen una cantidad exacta». El requisito fundamental para acceder a una Erasmus es tener un buen expediente académico, puesto que determinará poder elegir el destino donde ir, aunque la vicerrectora puntualiza que «cualquier alumno que quiere salir al extranjero a estudiar lo puede hacer». La UPO ha ofertado este curso 1.000 plazas, aunque plantea que algunas veces pueden sobrar plazas: «Muchas veces se solicita mucho un destino concreto y tenemos un convenio con esa universidad para tan sólo cinco alumnos por ejemplo». Por ese motivo pueden sobrar plazas, «porque los solicitantes se han inclinado más por otros destinos», argumenta. Según Rodríguez, Reino Unido es el más demandado, pero se ofrecen pocas plazas ya que «toda Europa quiere ir allí». Destaca que hay otras opciones para estudiar inglés, como Noruega, Suecia o Finlandia, que son menos demandadas y sin embargo son muy interesantes también. ¿La crisis ha afectado a estos programas de movilidad? La vicerrectora afirma tajantemente que sí: «Se han reducido un 45 por ciento las ayudas de las instituciones y, además, antes los alumnos podían irse ocho meses, pedían alargar la estancia hasta diez y había financiación, pero ahora nos obligan a cinco meses como máximo». El programa Erasmus se financia por el OAP, el organismo de programas educativos de la UE, el Ministerio de Educación y la Junta de Andalucía. También hay entidades financieras que ponen en marcha sus iniciativas de movilidad, como el Banco Santander. También existe «alguna que otra beca con financiación propia, como Mexicalia o Atlanticus de la Universidad Pablo de Olavide». Rodríguez plantea que en el seno de la universidad los docentes «siempre hemos transmitido a los alumnos la importancia que tiene para su vida profesional tener una estancia en el extranjero». La internacionalización, por tanto, forma parte del ADN de la UPO, incluso antes cuando no se hablaba tanto del tema. «Desde 1997 hemos tenido muy claro que una experiencia en el extranjero es muy importante para el expediente académico del alumno, y no sólo para mejorar el nivel del idioma extranjero». El grado de éxito, asegura, es muy elevado, puesto que la mayoría regresa con todas las asignaturas aprobadas y no suele haber problemas para la convalidación de créditos. Rodríguez quiere desmitificar algunas cuestiones que rondan en torno al programa Erasmus, como que el alumno va a perder el año o a vivir unas vacaciones: «La idea principal que mueve al alumno es aprender bien una lengua extranjera y al mismo tiempo conocer otra cultura, sobre todo de cara a las exigencias actuales del mercado laboral», concluye. LOS DATOS. La semana pasada la Universidad de Sevilla y la Pablo de Olavide dieron la bienvenida a sus alumnos internacionales con dos actos oficiales, ambos marcados por el programa Erasmus, gran anfitrión entre los programas de movilidad estudiantil. Además esta convocatoria se enmarca en el nuevo programa Erasmus Plus, que modifica las condiciones de las estancias y supondrá la posibilidad para los participantes de realizar más de una movilidad a lo largo de su titulación. La UPO acoge a 705 estudiantes extranjeros de 32 países para este curso 2014-15. La US por su parte prevé alcanzar los 1.500 estudiantes cuando finalice el proceso de matriculación para los alumnos que vendrán en el segundo semestre. Estos datos confirman que las universidades de la ciudad de Sevilla son uno de los destinos preferidos por los estudiantes extranjeros procedentes de cualquier lugar.

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