Economía

La nada o el puzle del BEF

Otras vías se abren como alternativas a la complicada gestación de la gran caja. La fusión de Unicaja y Cajasol, un rompecabezas

el 09 oct 2010 / 19:33 h.

La fusión de Cajasol y Unicaja es un auténtico rompecabezas.

El banco de las cajas de ahorros andaluzas (Banco Europeo de Finanzas, el BEF) empieza a definirse en el horizonte financiero regional como la solución a una fusión que tiene poco visos de consumarse, la de Unicaja y Cajasol.

Fuentes del Gobierno andaluz y de las entidades coinciden hoy en que el BEF, en su día concebido como un arma estratégica para que Andalucía ganara músculo financiero e industrial pero que no acaba de despegar, podría recobrar un renovado protagonismo. Es una opción que genera más entusiasmo dentro de las cajas que en el PSOE y la Junta, que se limitan a asegurar que es "una posibilidad", aunque no le cierran la puerta.

En las cajas implicadas reina el silencio oficial, pero cuando se hurga se extrae que poco interés hay en avanzar en el proceso, escudándose en que primero han de analizarse los números de la operación que elaboren las consultoras contratadas. "No hay nada sobre la fusión", dicen fuentes financieras. "Nada de nada", remarcan las sindicales.

Está claro que una fusión entre iguales, como querría la sevillana, no será consentida por la malagueña, que alega no sólo la superioridad en activos y negocio, sino también en solvencia, y ahí queda la magnífica calificación que le dieron los test de estrés realizados a la banca, y en los que Cajasol aprobaba dentro del peor escenario posible, pero por los pelos.

En Cajasol se aferran al volumen de activos -le separan de Unicaja unos 4.000 millones de euros- y entienden que la fusión de tú a tú sería posible, como así ocurrió con Caja San Fernando y El Monte, más pequeña la primera que la segunda pero hubo paridad y "generosidad", palabra esta última pronunciada por Antonio Pulido, presidente de la entidad sevillana, en no pocas ocasiones en los últimos meses.

Dos cosas más hay que tener en cuenta y que complican la fusión igualitaria. Primera, las diferentes escalas salariales, más elevadas en Cajasol. ¿Podría soportar la entidad resultante un aumento generalizado de sueldos para la actual plantilla de la malagueña o una rebaja en la sevillana para equipararse a los de Unicaja? Y segunda, sin el PP y alguno de los dos sindicatos no se lograrían los dos tercios de la asamblea necesarios para aprobar la operación. ¿Y estarían los populares dispuestos a servirles en bandeja a los socialistas un triunfo en vísperas de las elecciones municipales?

Entre los directivos de Cajasol rezuma la idea de que la presión no la tienen ellos, porque en estos momentos están digiriendo una fusión, la de Caja de Guadalajara, y una reestructuración de cargos y plantilla (con prejubilaciones), sino que está sobre Braulio Medel, presidente de una caja grande, saneada y con necesidad de crecer: Unicaja.

La Consejería de Economía asegura que no ha recibido todavía los informes que encargaron las cajas en julio, y en éstas precisan que aún no están terminados. Sí han trascendido informaciones sobre el que Boston Consulting elabora para Unicaja y que remarcaría la supremacía de los números de ésta frente a Cajasol. Tampoco en el PSOE andaluz conocen ese estudio.

Volvamos a la política. Desde la dirección regional socialista aseguran que tienen intención de celebrar una reunión con las dos cajas la próxima semana para conocer en qué punto se encuentra la fusión y después de que en septiembre, admiten, "no se haya avanzado nada". El PSOE-A quiere conocer los datos precisos que alegan las entidades, pero dan por hecho que en el actual contexto financiero "es casi imposible que ninguna consultora desaconseje una fusión; puede abrir otras posibilidades pero no desaconsejar una unión", dicen en San Vicente. ¿Y qué posibilidades?

Son muchos los que ven en el BEF una oportunidad para vehicular una operación que para los cajeros es demasiado complicada y más un empeño político que una buena operación financiera.

Desde el círculo político se muestran abiertos a escuchar todas las opciones, siempre, alegan, bajo los criterios de rentabilidad y eficiencia económica, aunque tiene sus recelos. "Y puede ser un lío", avisan. "Durante mucho tiempo cuando se planteó la posibilidad de que el BEF acogiera con más rapidez una fusión fría entre Unicaja y Cajasol, los mismos cajeros que ahora parece que defienden esa opción decían que era más rentable crear un banco ad hoc que utilizar la ficha del andaluz".

Pero, ¿qué papel podría jugar el BEF? La fusión plena conllevaría, según fuentes sindicales y financieras, un "fuerte ajuste de red comercial y plantilla", pero también una fusión fría, a través de un Sistema Institucional de Protección (SIP), a imagen y semejanza del acometido por Caja de Granada con otras entidades foráneas, acarrea pérdida de empleo, pues tanto una como otra operación buscan la eficiencia, y ésta está reñida con las duplicidades de oficinas y el exceso de personal.

De hecho, el SIP de la granadina obliga a ésta a prescindir de 275 empleados, y esto da idea de que este tipo de alianzas no tiene por qué respetar la plantilla al completo, pese al diverso origen geográfico de las entidades que lo componen -huelga decir que en el caso de Unicaja y Cajasol las duplicidades son aún mayores-.

Por tanto, se abriría una tercera vía, la de que el BEF actuara para lo que fue precisamente concebido, un banco que invirtiera en empresas y proyectos estratégicos para la comunidad. Y eso sería posible si Unicaja y Cajasol pusieran en común parte de su cartera empresarial y, además, se comprometieran a capitalizar más esa entidad. La idea de un banco industrial e inversor frente a la idea de la fusión.

Eso sí, habría que resolver la salida de Cajasur del BEF -ya ha anunciado que venderá su participación-, cómo encajar la presencia de Caja de Granada en el accionariado -¿seguirá tras el SIP en el que está enfrascada?- y qué porcentaje adicional asume Cajasol y cuál Unicaja.

Pero hay otra clave. La configuración del mapa estatal de las cajas no está cerrado, y en el sector financiero no descartan que las entidades andaluzas estén mirando hacia otras comunidades. Y quizás lo estén haciendo más afuera que adentro, ya que frente a las consignas políticas, el supervisor, el Banco de España y los mercados -a los que hay que acudir para financiarse- priman los números, no el sello andaluz.

Es más, el mercado, en vez de la fusión entre Unicaja y Cajasol, vería más factible una operación, vía SIP, entre éstas dos y la aragonesa Ibercaja, una de las grandes cajas españolas y que ha quedado, por iniciativa propia, fuera del trasiego de alianzas. Las tres juntas superarían la barrera de los 100.000 millones de euros en activos, palabras mayores en las finanzas. Estaríamos hablando de la cuarta caja de España.

Cambiar de estrategia. Desde el Ejecutivo de José Antonio Griñán el hermetismo domina ahora todo lo relacionado con las cajas. Después de la arriesgada estrategia que dejó al Gobierno al pie de los caballos tras la adjudicación de Cajasur a la BBK, el presidente andaluz ordenó rectificar y bajar la presión pública para la gran caja. Desde julio, la respuesta de Griñán, el consejero de Economía, Antonio Ávila, o el número dos del PSOE-A, Rafael Velasco, cuando se les pregunta por el momento en el que se encuentra la fusión siempre es la misma: hay que esperar a que hablen los informes. Una actitud muy diferente a la que mantuvieron el pasado junio, después de que Griñán decidiera empujar en primera persona a los dos cajeros para así precipitar en el menor tiempo posible esa integración hacia una gran caja andaluza. Los números frente a un proyecto político que era de primer orden.

La sensación en el mundo financiero y entre los analistas es que se trabaja poco por la fusión, no la ven. Creen que el PSOE debería cambiar de estrategia con respecto a una fusión que sólo los socialistas quieren.

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