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La paranoia entre dos amores

el 16 feb 2012 / 16:13 h.

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Si hay un juego en estos últimos meses que ha estado en boca de todos los jugadores ese es sin duda Catherine. En el pasado E3, el juego de Atlus fue uno de los protagonistas de la cita californiana al dejar caer en el entorno lo enrevesado de su trama. Catherine rompe con la jugabilidad de los títulos de corte manga exportados de oriente y utiliza una macedonia de géneros en su desarrollo.Unos gajos de jugabilidad que quedan bien conducidos entre dilemas y decisiones morales con el ánimo de intentar acercarlos a desenlaces más occidentales, pero que lo llevan hacia un solo género que casi nunca es rechazado por cualquier jugador como son los puzles. Y si además, a eso se le añade un equipo solvente en todos sus apartados como Katsura Hashino en la dirección del juego, Soejima en el apartado artístico y el aderezo de la ambientación musical de Shoji Meguro, el éxito está casi garantizado.

Una trama para adultos que tiene como protagonista a Vincent, un joven treintañero al que se le agotan los créditos sentimentales con su actual pareja, cuando se ve entre la espada y la pared al tener que tomar una decisión sentimental: su novia Katherine quiere ir más allá de un monótono noviazgo y, como no podía ser de otra manera, los miedos se apoderan del personaje llenándolo de dudas mientras en el horizonte de la trama aparece la cara B femenina del juego, Catherine.

El compositor Juan Carlos Calderón escribió para el disco Mírame de Ana Belén en 1997, "Entre dos amores voy como hoja al viento, ...entre los dos voy enloqueciendo un amor normal, un amor veneno, un amor tranquilo, un amor deseo. Si con uno vivo, por el otro muero". Una doble duda pasional que afronta Vincent y que le hace pensar en lo profundo de una relación. Pero normalmente el tomar la decisión de atravesar esa raya moral que es la infidelidad suele traer consecuencias a corto o medio plazo sobre quien suele acceder a ella. La red de la mentira tiende a tejerse como una tela de araña en la persona que no sepa frenar a tiempo esta nueva experiencia sentimental y más, peligroso aún, cuando se es manipulado inconscientemente.

Nueve días y nueves noches que transcurren en dos escenarios diferentes. Un bar, que se convierte en la central de datos del juego y en donde el protagonista interactúa con varios elementos que tendrán su protagonismo nocturno. Conversaciones con secundarios, mensajes SMS a dos bandas con las dos mujeres .Una máquina musical y otra recreativa Arcade de Ranpuzel , que enseña el camino a seguir por los sueños venideros de la noche y que llevan tras el cierre del local al dormitorio, que es otro escenario del juego. Vincent se encuentra en una tesitura emocional que se complementa con la paranoia mental que adquieren sus temidos sueños en unos devaneos nocturnos que se convierten en sucesos más que extraños.

Un camino que juega con la balanza de afinidad entre las dos mujeres y unas alucinaciones que se gestionan en forma de puzles en la mente del treintañero. Unos retos en donde debe de alcanzarse la cima a base de gatear cubos en bóxer con estampado de jockey y con una testa en forma de carnero. Los secundarios también se trasladan con esta forma al empinado tapiz, donde complementar los puzles se convierte en una carrera contra el tiempo, si al final no se quiere caer al vacío en los nueve días frenéticos que se culminan diariamente, como un deja vú, en el regazo de la misteriosa Catherine.

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