Cultura

La producción soñada por Puccini

Mucho se ha hablado de la influencia que en esta producción que se estrenó el pasado viernes en Sevilla ha ejercido el cine.

el 16 sep 2009 / 00:17 h.

Mucho se ha hablado de la influencia que en esta producción que se estrenó el pasado viernes en Sevilla ha ejercido el cine. Sin embargo, no hay casi nada en este formidable montaje de la Ópera de Roma que no se encuentre en el libreto original, lo que teniendo en cuenta su estreno en 1910 hace pensar que es al cine al que más tarde se le presentó muy clara la iconografía del género. Se ha hablado también de su música como espléndida banda sonora, si bien aún debían pasar más de veinte años para encontrar ejemplos parecidos en los trabajos que Max Steiner compondría para las primeras cintas del oeste. Claro que Halffter sí ha entendido e interpretado la partitura potenciando su función de subrayado dramático. Suyo es en gran parte el mérito de haber puesto en escena el que es sin duda uno de los espectáculos operísticos más fascinantes y redondos que recordamos en nuestro coliseo sevillano.

Nos consta que ni en Roma ni en el mismísimo Met los resultados llegaron a ser tan sobresalientes como los disfrutados en esta ocasión, de la mano de una orquesta en estado puro de gracia. La dirección de Halffter, rica y precisa en vuelo lírico y sentido épico, conjuga perfectamente todos los elementos que Puccini puso en juego en este título eminentemente sinfónico, cuyas asombrosas melodías recaen más sobre la orquesta que en las voces. La capacidad del director para subrayar emociones y hasta estremecer le colocan en el lugar más alto a nivel musical de esta espléndida producción. La nitidez, la capacidad para el detalle, la voluptuosidad y el intimismo exhibidos en el foso sitúan la experiencia de disfrutar de este espectáculo en el terreno de lo místico.

A buen seguro que ni Puccini ni sus libretistas hubieran imaginado una puesta en escena tan lograda, brillante y fiel a sus propuestas. Del Monaco funde perfectamente el espíritu empresarial con la ambición artística, como antaño, pero aprovechando las posibilidades del teatro moderno en factores como la iluminación, la profundidad de campo o los efectos visuales. Un trabajo que ha de emocionar con temas como la generosidad, el perdón o la redención ha de convencer con una buena dirección de actores, y la suya es excepcional hasta en los personajes secundarios y el coro, creando un espectáculo dramático de primerísima categoría. El mismo espíritu empresarial y artístico al que aludía Betty Hutton, una suerte de Minnie en La reina del Oeste, cuando cantaba There's no business like show business.

Al cierre de esta edición a buen seguro que estarán triunfando sobre el escenario las espléndidas voces del matrimonio Daniela Dessi y Fabio Armiliato -segundo reparto-, auténticos divos muy familiarizados con esta ópera, cuyo estreno romano hace un año ellos mismos protagonizaron. En el primer reparto, sin embargo, Janice Baird exhibió una voz puntualmente temblorosa, con cuadros espasmódicos que impidieron apreciar en ocasiones su calidad armónica, una zona centro pobre y escasa proyección en los graves aunque sobrada en los agudos. Por su parte, Berti mantuvo cierta rigidez de modulación y fraseo, también unos graves complicados y dificultad para encontrar el tono y la afinación precisa. A pesar de todo ambos demostraron poseer unas hermosas voces. Claudio Sgura construyó su personaje con sobriedad, amplia capacidad dramática y una voz homogénea, precisa y de gran proyección, que entonó con enorme sensibilidad y buen gusto.

El resto del elenco, vocal y dramáticamente impecables, y el coro magistral. Una ciudad como Sevilla no debe perder la oportunidad de llenar cada una de las seis funciones de este extraordinario espectáculo.

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