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La Sevilla que duerme

Cada verano quien tiene la fortuna o la desgracia de estar en la ciudad debe descubrir un itinerario nuevo para averiguar qué ofrece la Sevilla en siesta.

el 01 ago 2010 / 20:00 h.

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Aunque parezca que la ciudad duerme, siempre hay cosas que se pueden hacer.
Cada año la misma pregunta, ¿qué ofrece Sevilla más allá de los 40 grados a la sombra y una siesta que parece prolongarse hasta bien entrada la noche? La respuesta parecen tenerla antes los turistas que no se amedrentan a la hora de visitarla que los propios oriundos que quedan en ella, atemorizados al amparo del aire acondicionado y sin saber muy bien a dónde acudir más allá del sempiterno bar que no cerraría ni aunque la crisis durase más de 1.000 años.

Son muchos los adoradores de una ciudad que ve cómo en dos meses se libra de su habitual jolgorio para quedarse más tranquila que Zamora pero más allá se ese remanso de paz y después del sueño diario, ¿esconde algo Sevilla? Inevitablemente cualquier lista de alternativas pasa por abrir en canal la agenda cultural diaria y asumir que, como buena urbe de secano y rancio abolengo, en verano no se le pueden pedir peras al olmo.

Las Noches del Alcázar son la joya de la corona. No sólo por la posibilidad de asistir cada día -desde finales de junio a principios de septiembre- a un concierto distinto, si no también por la posibilidad que el evento permite de redescubrir los jardines del monumento desde una hora y media antes de que suene la primera nota (esto es, a partir de las 21.00 horas).

A los grandes templos de la cultura en la ciudad no los mire ni de reojo. Cerrados a cal y canto es al aire libre donde hay que buscar la mayor actividad. Otro foco que irradia acción, y que continuará haciéndolo durante todo el mes de agosto, es el Monasterio de la Cartuja. Aunque con un Nocturama disminuido en presupuesto, los amantes del pop nisu (quiere decir, que ni su madre conoce a los grupos) pueden solazarse al compás de un programa que hace las veces de oferta musical del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, mal que les pese a algunos.

Durante la tarde Sevilla está tomada por ellos, por los otros, por los turistas de toda la vida que, chanclas y abanicos mediante, no temen a nada en aras de tomarse la foto delante de tal o cual paisaje. ¿Ha probado a emularles?, ¿qué se siente siendo guiri en su propia ciudad? Experimentarlo ni le resultará caro ni difícil, un paseíto por el Barrio de Santa Cruz a las cinco de la tarde granizada en mano le permitirá vivir tal gozo.

Pero si ya lo tiene muy visto puede retrasar la salida y elegir acudir al Patio de la Diputación de Sevilla, ese edificio de connotaciones grisáceas y funcionariales que durante el verano muta en el cine de verano mejor equipado de toda la ciudad. Y muy cerca de allí, en la calle Madre de Dios, un descubrimiento reciente: el Centro de Iniciativas Culturales de la Hispalense programa conciertos, cine y actividades durante todo el verano. Todavía no se llena, pero en dos años y a este paso colgarán el cartel de ‘Aforo completo' cada noche.

Si todos estos rincones ya los conocía tal vez se le halla escapado que en los Jardines de la Buhaira también pasas cosas. La compañía Viento Sur tutela un ciclo en el que suben a escena clásicos del teatro y conciertos de música ligerita: fusión, flamenco y una pizca de sones étnicos.

El recital se va acabando. Si nada le convence -lo que ya sería difícil- no crea que el cine es el último reducto del quejica. En el Parque del Alamillo a la caída de la tarde siempre le propondrán un plan. ¿No? Váyase a la playa.

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