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La ‘Valiente’ lo tuvo claro

el 01 abr 2012 / 21:02 h.

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En busca del rayo de sol.
Una a una, las primeras cofradías del mediodía y las primeras horas de la tarde fueron anunciando que, ante las lluvias previstas, no harían la estación de penitencia. Se preveía un buen chaparrón para las cinco de la tarde, hora prevista para la salida de La Estrella. Pero lo que en otras hermandades hubiera hecho cundir el desánimo y prever lo peor, en aquella que se ganó en 1932 el sobrenombre de la Valiente por desafiar el revuelto clima política y salir en la primera Semana Santa de la II República, no hundió a nadie dentro de la capilla de San Jacinto y fuera las expectativas eran enormes pese a la lluvia que caía en Triana en ese momento.

Pidió hasta dos aplazamientos pero la intención de la Junta de gobierno, que se despide este año, fue desde el primer momento salir, con el deseo de llegar a la Catedral pero con el refugio en la Magdalena como Plan B. Lo importante era abrir la Semana Santa en Triana y que el barrio llevara a a su primera cofradía a Sevilla. Y así fue, "asumiendo un riesgo de lluvia que lo sume esta Junta de Gobierno", dejó claro el hermano mayor, Manuel Domínguez del Barco, cuando anunció, sobre las siete de la tarde -casi dos horas después de lo previsto- que el Domingo de Ramos no se quedaría sin ver a La Valiente. Y sonaron los aplausos dentro y fuera de la capilla. "Puede caernos algún chubasco. Si llueve ya tomaremos una determinación", admitió el hermano mayor antes de mandar inmediatamente a los hermanos nazarenos formar para sacar la cofradía a la calle con la mayor celeridad posible.

El numeroso cuerpo de nazarenos, un total de 1.800 -el mayor del Domingo de Ramos y uno de los mayores de la Semana Santa- hizo un importante esfuerzo para agilizar la marcha y en menos de media hora el Señor de las Penas se asomó a Triana, con un cielo algo más oscuro que el habitual por la hora pero con un tímido sol incluso asomando entre las nubes para recibirle. En la primera levantá, el capataz Manuel Vizcaya, lo dijo claro:"Sevilla entera está esperando". Con La Paz, La Cena, Jesús Despojado y La Hiniesta en sus templos, solo San Roque estaba en esos momentos poniéndose en la calle, por lo que el público tenía pocos rincones entre los que repartirse y La Estrella es una de las cofradías con más tirón del Domingo de Ramos.

El Cristo de las Penas, con un monte de lirios morados en lugar de los clásicos claveles rojos a sus pies, recorrió la calle San Jacinto a buen ritmo -en cuatro chicotás se plantó en el Puente de Triana- pero sin renunciar a deleitar al barrio con un paso de costero a costero alternado con el izquierdo por delante. Dos saetas se solaparon en San Jacinto para rezarle al Señor.Media hora después, aún de día e incluso con sol, asomó la Virgen de la Estrella entre los vivas de los costaleros y a los sones de Estrella sublime primero y Salve Estrella. Estrenó saya, de color crema y bordados dorados con finos remates coral, y flores, rosas blancas y de pitiminí. La bulla formada en San Jacinto obligó a los encargados de la seguridad del cortejo a abrir paso al palio. Hubo también saeta, y mecidas, pero a ritmo continuo, incluso con la banda tocando antes de que acabaran de cantar. Y si en el Puente la esperaban, en Reyes Católicos y La Magdalena no cabía un alfiler. Seguía sin llover y sin defraudar, luciéndose, pero a buena marcha, pudo la cofradía realizar su estación de penitencia sin lluvia a la Catedral.

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