Tras la reforma financiera y laboral, ahora toca afrontar la del sistema de pensiones. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ratificó ayer su intención de enviar al Parlamento el proyecto de ley de reforma de las pensiones antes de fin de año, tras recibir el informe de la Comisión del Pacto de Toledo.
"Si un gobernante sabe, con los datos de que dispone, que dentro de 10 o 15 años nuestro sistema de pensiones, que es la columna de la cohesión social, puede tener problemas, hay que actuar y vamos a actuar", manifestó.
No quiso dar detalles sobre su contenido y tampoco avanzó los cambios en la fiscalidad que podrían incluirse en los presupuestos de 2011, aunque insistió en que serán "muy limitados".
La intervención del presidente del Ejecutivo en la conferencia Los retos del crecimiento, el empleo y la cohesión social organizada en Oslo por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en la que apostó por abordar el problema del paro con una "nueva mirada", también generó controversia.
Zapatero consideró necesario pasar de las tradicionales políticas de protección a los desempleados a las de formación y tener claro que "una persona, cuando está formándose, está trabajando para el país". Con estas declaraciones, el presidente alimentaba la polémica que ya suscita que las listas oficiales del paro no contabilicen a los desempleados que están realizando actividades formativas como parados.
El principal partido de la oposición no tardó en responder. La secretaria general del PP, María Dolores De Cospedal, pidió a Zapatero que deje de "utilizar a los parados como conejillos de indias" y adopte decisiones como no subir los impuestos y devolver a los pensionistas "lo que les ha quitado".
Formación fue la palabra más repetida por Zapatero en un coloquio en el que estuvo acompañado por el director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn; el director general de la OIT, Juan Somavia; los primeros ministros de Grecia, Giorgos Papandreu, y Noruega, Jens Stoltenberg; y la presidenta de Liberia, Ellen Johnson Sirleaf.
El presidente reconoció el "gravísimo" problema del paro que sufre España y advirtió de que "la peor crisis es la del pesimismo, de la desconfianza y de la resignación", pero que el país "no va a caer" en ella.
En su intervención apenas citó la reforma laboral, sino que se centró en la "nueva mirada" que se necesita para pasar de las tradicionales políticas sociales a otras que fomenten la capacitación de los trabajadores y estimulen a los emprendedores.
En el documento de trabajo del FMI y la OIT, España destaca como el país donde más se ha disparado la tasa de paro, hasta alcanzar el 20%, y el que registra el mayor índice de temporalidad (cercano al 30%) frente a los miembros de la OCDE.
Zapatero recordó que el 80% de los parados en España cuentan con algún tipo de protección y, en rueda de prensa posterior, explicó que la reforma laboral busca dotar de flexibilidad a las empresas para que puedan adaptarse a las circunstancias económicas con medidas como reducciones de jornada o rebajas salariales.
Añadió el objetivo de estimular la contratación indefinida, lo que se logrará, dijo, al rebajarse los costes y extender el contrato de fomento del empleo con 33 días de indemnización por año trabajado, frente a los 45.
A su juicio, hay que esperar unos meses para que las empresas exploren las posibilidades de la reforma, pero "dará resultado y será positivo tanto para evitar la destrucción de empleo como para favorecer la estabilidad".
Fue cauto con sus previsiones y sólo señaló que espera que se mantenga la moderación en la destrucción de empleo, para iniciar una "senda de creación de empleo moderada" a partir de final de año o principios de 2011.
