Local

“Los consistorios ven la industria de la música un problema, no un negocio”

Antes no era normal la contratación que hacían los ayuntamientos, explica Miquel Peris. "Un alcalde quería una foto con Pablo Alborán y se pagaba sin rentabilizar la inversión en promoción o producción", agrega uno de los socios de Spyro Music.

el 10 ago 2013 / 23:39 h.

TAGS:

A los 16 años montó como hobby su primera productora musical porque quería traer a grupos de música negra y reggae, y hace tres años se embarcó en otro proyecto pero ahora desde Sevilla. Miquel Peris (Castellón de la Plana, 1983) y su socio, el madrileño Alberto Cañizares, se encontraron en esta ciudad y su interés y experiencia en la música desde campos que les complementaban les convirtió en el alma sonora de Spyro Music. Miquel Peris y su socio Alberto Cañizares.- Manuel R.R. Alberto Cañizares y Miquel Peris.- Manuel R.R. (ATESE) –¿Cómo se cruzan un valenciano y un madrileño en Sevilla? –Los dos vivíamos en la ciudad y un proyecto concreto nos puso en común. Alberto tenía ideas pero también carencias en comunicación. Yo llevaba prensa y producción en otro sitio, con lo que cubría lo que él necesitaba al venir del mundo de la publicidad, el diseño gráfico y la comunicación. –¿Y cómo empieza Spyro? –Como un proyecto de Alberto para intentar formar parte de la escena musical sevillana. Ahora es una de las productoras más activas de Sevilla y Andalucía; cubrimos alrededor del 40% de los conciertos que se hacen en Sevilla. Somos los programadores de salas como La Caja Negra, con la que llevamos dos años, y hemos asumido la programación de la sala Malandar. –¿Desde cuándo? ¿No había cambiado de manos? –Ha sido reciente. Se convirtió en bar de ambiente y se llamó Luxuria pero los nuevos propietarios quieren seguir haciendo conciertos. Nos han cogido para retomar lo que era la Malandar, designada la mejor sala de España en 2011. Será Malandar cuando se hagan conciertos y, una vez que acaben, seguirá su actividad como Luxuria. –¿Planes de crecimiento? –El plan de expansión a corto plazo es fortalecer Sevilla y ser de los más activos. El año pasado trabajamos en Granada, Córdoba, Málaga y Cádiz. La idea es seguir reforzando esas zonas. Tenemos presencia en Murcia y estamos empezando en Valencia. En bandas trabajamos con Antílopez y La Suite Bizarre. –¿Cómo gestionan las oficinas de Murcia y Valencia? –A nivel profesional estamos muy abiertos a las sinergias. Trabajamos con muchísimas productoras aunque no compartamos empresa, de modo que todo lo que salga para Valencia se organiza desde aquí pero lo trabaja el equipo de allí, y de lo que surja para Andalucía nos encargamos nosotros. Ofrecemos los mismos servicios a pesar de contar con empresas separadas. Así lo hacemos en cada provincia. Se trata de un intercambio de servicios para ser más competitivos juntos. –¿Qué ciudades son más activas en programación de conciertos? –Sevilla y Granada. Sevilla porque es la capital y abarca una capacidad de gente brutal con ganas de escuchar música en directo. La oferta de conciertos ha mejorado muchísimo en calidad en los últimos años. En verano no hacemos nada porque ya está cubierta con la oferta que hay. Granada también es muy activa al ser una ciudad universitaria. En Cádiz no hay dinero y solo se contrata en verano. En Córdoba y Huelva no hay nada cultural y Málaga tampoco está mal, pero no a ese nivel. –¿Cómo ha impactado la crisis sobre la música en directo? –No hay dinero para ocio y sorprende que haya demanda y gente que siga confiando en esto, aunque con precios atractivos consigues atraer al público. –¿Y a quién afecta más, a las grandes o a las pequeñas? –Las que más sufren son las grandes productoras; hoy no puedo pagar 70 euros por ver a Bruce Springsteen como hace cuatro años. Pero ellas se pueden ajustar más fácil. Las pequeñas no tenemos margen de maniobra, por lo que tenemos una estrategia de clara supervivencia. La mayoría de nuestra industria la componen autónomos. Y, aunque todo el mundo quiere aguantar, al final se buscan otra dedicación profesional y mantienen esta actividad como hobby. –¿Cómo es la oferta de salas que hay en Sevilla? –Está falta de espacios grandes. No los hay con capacidad para entre 800 y 2.000 personas. Hace falta un empresario que quiera hacer una inversión grande en un espacio y en equipo de sonido, luego está Medio Ambiente, pagar la licencia de conciertos... Y segundo, que ese empresario lo vea como sala de conciertos y no como ocio nocturno. Los conciertos no dan tanto dinero a una sala, pero sí le dan publicidad. Es cuestión de no generar expectativas erróneas y de dejarse asesorar correctamente. –¿Qué servicios ofrecen? –Ofrecemos todos los servicios a artistas nacionales e internacionales que buscan pasar por Sevilla con su gira. Desarrollamos la estrategia de promoción, cartelería, precios en las salas... En la temporada 2012-2013 nos habremos encargado de 100 o 120 conciertos para aforos desde 100 a más de 2.000 personas. –¿A qué ejercicio de reinvención ha obligado la crisis? –Pues desde estrategias de promoción, escalas de precios, sorteos, una programación interesante, facilidades de pago... En este último año, desde la subida del IVA, la demanda habrá bajado un 18% o un 20%. –Piratería ¿qué le sugiere? –No entendemos el uso que se le da a esa palabra. Simplemente ha cambiado el modelo de consumo de música. Antes comprábamos un disco, ahora dispones de él por varias plataformas y en vez de vender un disco el artista vende canciones. La rentabilidad para los grupos está en los conciertos y para las editoriales, en la venta de derechos. –Ya no se cuenta con la contratación de los ayuntamientos... –Antes no era normal y no había ningún control. Un alcalde quería una foto con Pablo Alborán y se pagaba sin rentabilizar muchas veces la inversión en promoción o la producción. No creo que hagan falta ayudas económicas ni creo en las subvenciones como solución. Mejor ayudas indirectas como dar facilidades con el espacio para hacer un proyecto. Es cuestión de comunicación entre instituciones y la industria porque no se identifica a ésta como un industria que genera dinero, sino como algo problemático desde los gobiernos.

  • 1