Los fuegos artificiales pusieron anoche el punto y final a la XXIII edición de la Feria de Dos Hermanas, con más casetas y más gente de mañana que de noche. La fiesta nazarena ha demostrado porqué es considerada la segunda de la provincia tras la de la capital: por espacio, población y organización.
El Real congregaba ayer a mediodía a pocas personas, con unas nubes en el cielo que amenazaban lluvia, aunque todo se quedó en eso. Allí se vivían las últimas comidas, las últimas despedidas, sobre todo de aquellos nazarenos que viven fuera de la ciudad y aprovechan la fiesta para reunirse con sus familias y amigos.
En la calle, los feriantes han visto poca gente, menos que otros años, según los más experimentados. Aunque fuentes de la Policía Local estiman que al Real han asistido en torno a 60.000 personas durante el día y entre 45.000 ó 50.000 personas durante la madrugada, la explicación que da la Policía es que este año se ha tomado por costumbre meterse en las casetas y no salir de paseo, por lo que las vías estaban vacías, las casetas no.
Incidencias. La Policía también ha informado de que los días de mayor aglomeración han sido el jueves y el sábado por la mañana. En cuanto a los incidentes, han sido unas jornadas tranquilas, tan sólo en la madrugada del sábado tuvo que detenerse a un joven de entre 19 y 20 años que agredió a dos agentes.
Según parece, al chico lo acusaron de robar un bolso y cuando los dos policías fueron a enterarse de lo que pasaba, éste entró en cólera y se encaró con ellos. El muchacho ya está en disposición judicial. También se detuvo ayer a un conductor, que dio 0,60 en el control de alcoholemia, por lo que según las nuevas normativas se considera delito, y también está en disposición judicial.
Por lo demás, las típicas cosas que suelen ocurrir en estas fiestas, algunos positivos en controles de alcoholemia, peleas o accidentes de niños en los cacharritos. Todos sin importancia. Donde sí había ayer bastante gente era en la caseta municipal. Allí se concentraron para ver las actuaciones de los grupos de baile, y el humor del monologuista Toni Rodríguez.
Por la tarde, tras la reunión de los jueces, se entregaron las placas de los carruajes que han participado todos los días en el paseo de caballos. Aunque no es un premio remunerado, la imagen que dan sobre la Feria nazarena merece un premio.
Antes de los fuegos artificiales que certificaron el final de la Feria, la Orquesta Tarant's Band amenizó la última cena de la caseta del Ayuntamiento. Y es que el último día para los nazarenos, lo normal es llegar para comer y quedarse... prácticamente hasta que te echen.
La novedad de este año con respecto a las casetas también funcionó. La empresa Selosa se encargaba de recoger el aceite usado para reutilizarlo como biocombustible. A mediodía de ayer había retirado 3.500 litros de los establecimientos. Aunque como también fue el día fuerte de cambios de aceite, esperaban recoger unos 15.000 litros al haber concluido la fiesta. Algo que también pasó en Sevilla, donde el último día fue cuando más aceite se recogió.
Una vez concluida la fiesta llega la hora de hacer balance. Aunque el oficial lo dará la próxima semana el Ayuntamiento, los feriantes ya tienen su idea de lo que ha sido una de las ferias más tranquilas que se recuerdan. Si algo la ha caracterizado fue un inicio fulgurante, derivado de la festividad del 1 de mayo, que llenó el Real de nazarenos y forasteros, y una afluencia que ha caído poco a poco a lo largo del fin de semana.
El otro protagonista de la Feria ha sido el calor. Buen tiempo, a veces exagerado, que, sin embargo, no ha echado a la gente del Real a mediodía, cuando más aprieta el solano y cuando más se ha llenado la Feria.
