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Los investigadores creen que Marta murió sobre las ocho de la tarde de varios golpes

el 15 sep 2009 / 22:57 h.

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D.Suárez/ I.Comesaña/ D.Cela

 

Había sangre de Marta del Castillo en la ropa de Miguel Carcaño, en la colcha de la cama y en el suelo del piso de León XIII donde la joven de 17 años fue agredida. Además, la vigilancia sobre Miguel permitió a la Policía detectar llamadas que pueden implicar también a su hermano y a sus amigos Samuel y un menor de 15 años, todos ya en prisión.

 

Las conversaciones entre ellos, las pruebas de ADN extraídas en el piso y la declaración del menor de 15 años Javier G.M., que tras confesar su presencia en el piso implicó a los otros tres detenidos, son las bazas en las que confía la Policía para demostrar cómo fue agredida Marta, con quien Miguel había estado saliendo, y cómo la llevaron al puente de Camas para arrojarla al río. El juez levantó ayer el secreto del sumario, y el delegado del Gobierno tiene previsto dar a conocer hoy datos de la investigación.

 

De momento, el juez ha enviado a los cuatro implicados a prisión. Javier Delgado, de 40 años y hermano por parte de madre de Miguel, ha sido el último en ingresar en la cárcel de Sevilla, a la que llegó ayer tarde tras dictar el juez de Instrucción 4 un auto de prisión provisional sin fianza pese a su declaración de inocencia. Lo acusa de ser cómplice en los delitos de asesinato, homicidio o secuestro en los que la Fiscalía de Sevilla implica a los otros tres, que ingresaron en prisión el lunes -el menor, en un centro cerrado-.

 

Miguel y Samuel Benítez dieron distintas versiones al ser detenidos y éste último se retractó ante el juez, pero los investigadores creen tener pruebas de lo ocurrido el 24 de enero, cuando desapareció la joven cuyo cuerpo aún se busca en el río. Miguel confesó que quedó con Marta y fueron en su moto a Triana. Luego se dirigieron al piso en el que vivía su hermano Javier, donde discutieron por motivos sentimentales en su habitación, un pequeño dormitorio convertido en trastero porque Miguel ya no vivía allí, sino en Camas con su novia de 14 años. Añadió que su hermano, su único familiar vivo, no estaba.

 

Luego admitió haber dado un único golpe a Marta con un cenicero a un lado de la cabeza y que según él la mató. Los investigadores sospechan que fue una agresión más contundente, ya que es improbable que muriera si no le asestó varios golpes. Si hubiera estado viva cuando la arrojaron al agua, lo que sólo podría saberse si aparece el cadáver, la Fiscalía imputaría a los cuatro un delito de asesinato, porque todos habrían contribuido a su muerte en vez de intentar salvarla. Si hubiera fallecido, sólo Miguel sería acusado de homicidio -o asesinato si hay agravantes como que estuviera indefensa-, y el resto serían cómplices por ayudarlo a ocultar las pruebas de un crimen.

 

Según la Policía la agresión fue en el dormitorio en torno a las ocho de la tarde, aunque Miguel sostiene que ocurrió en el salón. El menor corroboró ante la Policía, y lo escenificó en la reconstrucción realizada el miércoles en el piso de León XIII, que cuando llegó los otros tres ya estaban y vio el cuerpo de Marta en el salón envuelto en una manta. Los investigadores creen que fue Javier quien ayudó a llevarlo hasta allí y planificó cómo deshacerse de él.

 

Entre todos -aunque Miguel insistió en que su hermano no estaba- sacaron el cadáver envuelto en la manta. Samuel y el menor lo llevaron en volandas hasta el coche de la madre del menor, un Volkswagen Polo de cinco puertas y color claro que la Policía requisó y del que espera los resultados de las pruebas que ha realizado. El menor solía conducir pese a no tener carné, según sus amigos, y por eso pudo llevarlo hasta la casa.

 

Miguel, mientras, fue a por su moto, que estaba aparcada cerca de la casa, para seguir al coche en el que iban Samuel y el menor. Samuel, el único con carné, condujo desde el piso a Muñoz León, donde enfiló la Ronda en sentido contrario hasta llegar a Torneo, Plaza de Armas y el puente de Camas. Allí, la Policía cree que Miguel y Samuel lanzaron el cuerpo al agua sobre las 22.30 horas, aunque tuvieron que esperar un rato porque dos motoristas pasaron en dirección a Camas cuando iban a deshacerse del cadáver. Samuel en cambio ha negado al juez haber estado en el piso esa noche o haber conocido lo ocurrido hasta que fue arrestado. Su abogado asegura que su coartada es coherente y la ratifica el entorno de su novia, y que con los datos que tiene le sorprendería que mintiera.

 

Luego, Miguel se fue a dormir a Camas y más tarde entró a trabajar, aunque no a las cinco de la madrugada como debía, sino hora y media tarde. Los demás se reunieron con otras personas; Samuel pasó la noche con los amigos de Marta que habían salido a buscarla. Incluso acompañó a su padre a la comisaría a denunciar la desaparición.

 

Vigilancia. Desde la primera noche, la familia de Marta sospechó de Miguel, y fue a buscarlo varias veces a la casa de León XIII. La Policía, que hizo las primeras diligencias sobre la desaparición a las seis de la mañana del sábado al domingo, comenzó a vigilar a Miguel el lunes.

 

El chico se aisló en su casa y durante varios días dejó de hablar con todo el mundo excepto con su hermano. Poco después, su novia lo echó de su casa de Camas y volvió a vivir en León XIII, de donde sólo salía para trámites imprescindibles, como firmar el finiquito de la empresa de limpieza en la que trabajaba, que lo despidió. Pero con el tiempo, Miguel fue retomando el contacto con sus amigos, y la Policía pudo ir hilando las relaciones entre ellos y vincularlas con las pruebas que creen que demuestran la implicación de todos ellos en el crimen. Eso, y las muestras de ADN del piso, han sido aportados al juez por los investigadores de Menores y Homicidios que llevan el caso.

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