Menú
Local

Los laicos se unen para transformar la sociedad

Un millar de seglares asistió a la jornada Juntos Somos Más organizada por la Confer para avanzar en el diálogo entre laicos y religiosos

el 27 mar 2014 / 19:06 h.

TAGS:

Por C. Arredondo / I. Gutiérrez Más de mil personas se congregaron ayer en Madrid para celebrar el primer Encuentro de Laicos en Misión Compartida bajo el lema Juntos Somos Más, organizado por la Confer (Conferencia Española de Religiosos). Laicos de toda España se reunieron en el Colegio Nuestra Señora del Recuerdo para concienciar, reflexionar y visibilizar el trabajo que realizan junto a los religiosos. En el salón de actos, donde tuvo lugar el encuentro, se respiraba un aire festivo, de ilusión y ganas de afrontar los nuevos retos en los que se sumerge la Iglesia del Siglo XXI siempre en sintonía con el mensaje del Papa Francisco. Un millar de laicos participó ayer en el I Encuentro de Misión Compartida, celebrado en el Colegio Nuestra Señora del Recuerdo de Madrid. / Foto: Irene Gutiérrez y Cristina Arredondo Un millar de laicos participó ayer en el I Encuentro de Misión Compartida, celebrado en el Colegio Nuestra Señora del Recuerdo de Madrid. / Foto: Irene Gutiérrez y Cristina Arredondo La jornada comenzó con una oración de acción de gracias, en la que se recordó a las más de 400 personas que no pudieron asistir por problemas de aforo. Durante la oración se puso de manifiesto la necesidad de ser luz y sal y transmisores de un mensaje de amor, justicia y paz. Este momento estuvo amenizado con canciones, entre ellas el himno de la jornada titulado Con Él y compuesto por Maite López. Una invitación a la reflexión. Monseñor Carlos Osoro, arzobispo de Valencia y recientemente elegido vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española, y Luis Ángel de la Heras, presidente de la Confer, dieron la bienvenida a los asistentes. De las Heras señaló que el objetivo de este encuentro es «fomentar la relación entre consagrados y laicos, especialmente con los que comparten el mismo carisma eclesia». Invitaba así a seguir reflexionando sobre la misión compartida y la actividad que cada uno puede hacer. Sobre los diferentes carismas destacó que «son dones del Espíritu Santo a la Iglesia para seguir a Jesús en formas de vida complementarias que tiene el mismo fin». Por su parte, monseñor Carlos Osoro resaltó la necesidad de hacer experimentar a los hombres el amor de Dios y transmitir la certeza de que Cristo nos ama. Añadía, además, que «no estamos solos» y que «somos muchos los que estamos dispuestos a vivir en ese camino». El arzobispo de Valencia invitó a los presentes a «salir al encuentro y cambiar el corazón de los hombres con la misericordia de Dios». Es decir, «con un espíritu misionero, de entrega a los demás y con alegría». Concluía su intervención diciendo que «no estamos en el mundo para hacer proselitismo sino para atraer a los hombres como lo hizo Jesucristo. En las obras donde trabajamos y con el carisma particular del que nos nutrimos, es posible». Quiénes son los laicos. A continuación comenzó una mesa de diálogo en la que se reflexionó sobre quiénes son los laicos y su papel en la Iglesia. María Dolores López Guzmán, laica de la familia ignaciana, reconoció la dificultad, a día de hoy, de definir a un laico pues «es más sencillo explicar su función». «Somos personas que deseamos profundamente que nuestro vivir esté estructurado por la fe. Nuestra vida no está hecha de parcelas aisladas: el trabajo, la casa o los amigos, sino que nos reconocemos como personas ligadas a Dios en toda nuestra existencia y no nos comprendemos sin la fe». En esta línea, durante su alocución, López Guzmán explicó que en la Iglesia, tanto religiosos como fieles laicos «tenemos a Cristo como cabeza, todos somos hermanos y ambos tenemos la obligación de proclamar el Evangelio», de modo que «la misión es una y es la misma, porque es la misión de Cristo, pero colaboramos en ello de forma distinta». Para ello hizo referencia a que el nexo de unión entre todos es el bautismo ya que «por medio de él nos integramos en la Iglesia». De esta forma los laicos tienen su propia vocación que es recibida directamente de Dios. Esta vocación se transmite a través de mediadores que son, precisamente, las órdenes religiosas en las que viven su fe. «Dios es el que llama y por eso es una vocación sagrada». El cantautor cristiano Migueli ofreció un concierto a la hora de la siesta que espabiló a todos. El cantautor cristiano Migueli ofreció un concierto a la hora de la siesta que espabiló a todos. Siguiendo con la ponencias, tomó la palabra Begoña Rodríguez González, cooperadora salesiana. Para ella, reconocerse laico es dar importancia a la oración de forma natural, cotidiana, ser poseedores de una alegría que se contagia. «Una alegría que se fundamenta en estar a buenas con Dios, con uno mismo y con los demás, nuestros hermanos». «No debemos tener miedo a la vocación», decía, «porque esta inspirada porDios y nosotros somos libres de elegirla». Y por último, reivindicó que «si en las familias cristianas no se vive la fe, pocas vocaciones tendremos, independientemente del tipo que sean». «Los laicos y religiosos debemos pensar juntos para buscar el bien del otro, que será, además, nuestro propio bien», concluyó. Estas primeras reflexiones terminaron con las aportaciones de Chema Pérez Soba, de la familia marista. En su mensaje recalcó la importancia de la vocación. Una vocación que necesita de una formación profunda que todo laico debe tener. Añadía, además, el matiz de la fraternidad y corresponsabilidad entre religiosos y laicos: «Ello nos conlleva a la multiplicación de la vida, no sólo en cuanto a misión sino compartir también la fragilidad del hombre y poder tener la posibilidad de abrir el corazón a la otra persona». Laicos de a pie. La jornada continuó con una sesión en la que se explicó el papel de los laicos en el sector social, en el ámbito educativo y cultural, dentro de los medios de comunicación, en la pastoral, la sanidad y en la vida familiar y laboral, para centrarse, finalmente, en la ciudadanía de a pie y en los ámbitos de liderazgo. Diferentes laicos de distintas congregaciones explicaron su labor en misión compartida en casas de acogida para mujeres que han sufrido explotación sexual, su trabajo diario con niños y jóvenes en los colegios o el trabajo en hospitales ofreciendo una atención integral a los enfermos y a las familias que viven con desesperanza la enfermedad. Todos ellos resaltaron cómo sus vidas se trasformaron a raíz de experimentar el amor de Dios. Este hecho les mueve a luchar por las injusticias, por transmitir valores de alegría, solidaridad, esperanza y cuya raíz es el Evangelio. Una de las seglares que intervinieron, de la congregación de Religiosas Adoratrices, Marta González, destacó su experiencia trabajando con mujeres que han sufrido esclavitud sexual. Durante un viaje a Tailandia donde estuvo haciendo voluntariado durante seis meses, conoció la trata de mujeres . Allí se acercó a las historias de las chicas empobrecidas, excluidas, explotadas y, sin embargo, supervivientes y luchadoras. Al volver a España le sorprendió ver que esos problemas también existen aquí y centró su vocación en esta realidad. Es precisamente entonces cuando conoció a la congregación de las Adoratrices, que trabajan con este tipo de mujeres. La misión compartida entre estas religiosas y los laicos ofrece un apoyo integral, social, jurídico, educativo, laboral y de acompañamiento psicológico a este colectivo. Además, hacen labores de sensibilización y denuncia con el objetivo de buscar leyes que las puedan proteger. Migueli y su toque musical. Para animar la hora de la siesta, los asistentes tuvieron la suerte de contar con un concierto. El músico Migueli puso el toque más divertido y dinámico de un encuentro en el que, en todo momento, se ha vivido con total alegría y optimismo. Durante su actuación, el cantautor interpeló al público y no sólo invitando a cantar, bailar o dar palmas. Migueli llamó a los asistentes a tener «un corazón vivo y a ser sal y luz del mundo, sonreír y tener confianza». «Somos el corazón del mundo», decía en una de sus canciones. Una frase que hizo al público responder con un sonoro aplauso. Poco antes de finalizar el concierto, tuvo la oportunidad y detalle de resaltar el papel de los actuales propietarios de El Correo de Andalucía, el Grupo Morera & Vallejo, que, con un gran esfuerzo, han recuperado y devuelto el sueño que, allá por 1899, tuvo el cardenal Spínola. Tras los talleres, el encuentro finalizó con una eucaristía, una verdadera acción de gracias de un encuentro cuyos participantes ya sueñan repetir.

  • 1