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Los Schindler españoles

Siete diplomáticos salvaron a miles de judíos durante la II Guerra Mundial.

el 29 ene 2011 / 20:52 h.

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Adela Sanz Briz posa ante la foto de su padre, el diplomático Ángel Sanz Briz.

Los 1.200 judíos que el empresario alemán Oskar Shindler logró salvar de una muerte segura durante la II Guerra Mundial son pocos si se compara con los 35.000 judíos que sobrevivieron gracias a que pudieron pasar a España por el Cruce de los Pirineos y a la ayuda que obtuvieron de siete diplomáticos españoles destinados en Francia (Bernardo Rolland de Miota), Alemania (José Ruiz Santaella), Grecia (Sebastián Romero Radigales), Bulgaria (Julio Palencia y Tubau), Rumanía (José Rojas Moreno), y Hungría (Ángel Sanz Briz y Giorgo Perlasca).


En homenaje a la labor humanitaria de estos hombres, la Fundación Tres Culturas ha organizado la exposición Visados para la Libertad. Diplomáticos ante el Holocausto, que estará abierta hasta el 13 de febrero, con motivo de la celebración el 27 de enero del Día Internacional de la Memoria del Holocausto y la Prevención de los Crímenes contra la Humanidad, coincidiendo con la fecha en la que las tropas soviéticas hicieron su entrada en el campo de concentración de Auschwitz, Polonia, donde fueron asesinadas 1.300.000 personas.


Estos siete hombres, según el secretario general de la Casa Safarad-Israel, Miguel de Lucas, fueron personas muy comprometidas que, a título personal y sin ayuda del Gobierno de España, realizaron una gran labor humanitaria.


De estos diplomáticos la figura más destacada es la de Ángel Sanz Briz, que con el respaldo de su mujer, Adela Quijano, salvó a 5.200 judíos, por ello se le conoce también como El ángel de Budapest. Su hija Adela, que en 1944 cuando su padre es nombrado encargado de negocios de la legación española en Budapest, era una niña de corta edad, no olvida lo vivido en esos años "porque me lo han contado muchísimas veces". Afirma que su padre se hizo "amigo" del Gobierno de Hungría dando una donación para las viudas de la guerra para que confiaran en él y así poder ayudar a los judíos. "Mi padre, aunque esté feo decirlo, con su propio dinero, llegó a alquilar ocho casas para albergar judíos, en las que colgó la bandera de España y así estuviesen a salvo", aunque admite que hubo momentos muy difíciles. "Pero aún así logró salvar la vida de más de 5.000 judíos", remarcó.


Según Adela, su padre sólo obtuvo permiso para extender pasaportes a 200 sefardíes, "pero se las ingenió para convertir cada visado en pasaporte familiar". Además, cada vez que llegaba al visado número 200 volvía a firmar el pasaporte número 1. "Lo que hacía era añadirle una letra, con lo cual nunca se pasaba de 200". Por si fuera poco, la hija de Sanz Briz afirma que su progenitor se acercaba a la estación de tren a la que llevaban a los judíos para enviarlos a los campos de concentración y preguntaba si había algún español. "A los que se salían de la fila se los llevaba con él" y así salvó a muchos del extermino nazi.


Reconocimiento. Esta labor no ha caído en el olvido. Adela mantiene el contacto con alguna de las personas que salvó su padre y es más, cuenta que "hay personas que se me han acercado al saber quién era mi padre. Es muy emocionante".


Después de Hungría, Ángel Sanz Briz estuvo, entre otros destinos, de observador en la ONU, Perú, Guatemala, Suiza, Italia, Bélgica, China (fue el primer embajador español) y en la Santa Sede, donde falleció.
Por este trabajo fue distinguido con el título de Justo entre las Naciones que la Autoridad para la Memoria de los Mártires y los Héroes del Holocausto otorga a las personas no judías que de forma desinteresada se arriesgaron para ayudar a los judíos perseguidos. Este galardón también fue concedido a Jorge Perlasca, Eduardo Propper de Callejón, José Ruiz Santaella y a la esposa de éste, Carmen Schrader.

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