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Luto en el flamenco por la muerte de Pepa de Utrera

Utrera se está quedando sin sus mejores artistas flamencos, aquellos que le dieron la fama y el sitio que tiene hoy en el mapa de lo jondo. El pasado domingo falleció Josefa Loreto Peña, Pepa de Utrera, una auténtica reina del compás gitano. Llevaba algún tiempo padeciendo la terrible enfermedad del alzheimer y viviendo sin vivir de una residencia a otra, para al final morir en su pueblo

el 16 sep 2009 / 02:15 h.

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Utrera se está quedando sin sus mejores artistas flamencos, aquellos que le dieron la fama y el sitio que tiene hoy en el mapa de lo jondo. El pasado domingo falleció Josefa Loreto Peña, Pepa de Utrera, una auténtica reina del compás gitano. Llevaba algún tiempo padeciendo la terrible enfermedad del alzheimer y viviendo sin vivir de una residencia a otra, para al final morir en su pueblo, a escasos metros de donde nació, que fue en la calle Nueva, ésa que se alborotaba cuando su abuelo Pinini se emborrachaba, como dice la copla festera.

Hija de El Feongo y María Peña, se inició en las fiestas familiares y en el inicio de los años 50 ya hacía las delicias de los aficionados en el tablao sevillano El Guajiro, de donde salió catapultada como artista revelación para otros tablaos y compañías como la de Concha Piquer. Como su llegada a los escenarios coincidió con los concursos nacionales y los festivales, Córdoba la galardonó en su edición de 1959 -compartiendo premio con La Perla de Cádiz- y festivales como el de Utrera, el Potaje Gitano, se encargaron de consagrarla.

Era prima hermana de Fernanda y Bernarda de Utrera y junto a ellas recorrió España entera, conquistando a todos por su increíble dominio del compás y una curiosa facilidad para meterlo todo por bulerías, desde el más añejo cuplé al más romántico bolero. A esto unía su forma de bailar, sin duda heredada de su padre y de los viejos de Utrera. Todo ello la convirtió en la mejor festera de España, dicho por quien más sabía de este arte, Miguel Acal Jiménez, crítico ya desaparecido y su admirador número uno.

Con Pepa de Utrera desaparece no sólo una artista como la copa de un pino -poco reconocida en vida, sin duda alguna-, sino una de las últimas representantes del genuino cante de Utrera. Nos deja una interesante discografía y su inconfundible estampa en algunas series de televisión como Rito y geografía del cante y Flamenco. Pero, además, un enorme vacío que será difícil llenar.

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