Tanto reprobar la cantidad de cortes publicitarios que tienen las películas en Antena 3 Televisión y a nadie se le ha ocurrido decir que esos tajos contribuyen a la concordia familiar de una manera categórica. Imagínense que tuviésemos que tragarnos de un tirón una película del gran Tarantino, como en el cine. ¡Qué angustia! ¿Cuántas veces le han dado ganas de cambiarle el agua al verdón y no lo ha hecho por no perder el hilo argumental de una película?
En casa es totalmente distinto. En una de esas cuchilladas que ayudan a hacer más sufrible la ya abnegada vida del televidente, solventé hace unos días lo de la revisión del coche y todavía me sobró tiempo para pagar el último recibo del agua. Cuando regresé a casa estaba sobre la mesa un fastuoso pollo asado, de los campo. ¡Con lo que se tarda en dorar una de esas apretadas aves de corral!
Algunos estamos eufóricos porque ahora también practican la cisura providencial en las cadenas públicas. En la segunda de la televisión estatal los cortes son más numerosos, aunque de menor espacio. Aprovechando uno de esos maravillosos machetazos al celuloide, el otro día comencé a pintar el desván y tuve que dejar las goteras para más tarde. ¡Mecachis! Menos mal que era sólo el aseo del cuarto trastero y no una de esas cosas que se suelen hacer los sábados por la noche... Pero lo mejor de todo es que los tijeretazos los dan de sopetón, sin que los esperes. ¡Qué arte! Capaces son un día de ponernos un faldón informativo en las emisiones de las películas en el que nos revelen los minutos que quedan para la sajadura publicitaria, como esos cartelitos de las tascas de Triana que nos anuncian los días que faltan para volver a sufrir los atascos del Rocío. Sería una lata porque entonces tendríamos que averiguar en qué minuto de Cartas a Iris le confiesa Robert de Niro a Jane Fonda que es un analfabeto integral, que diría Losantos. Es mejor la sorpresa, el navajazo estudiado, la cuchillada meditada para que no se nos ocurra movernos del diván. Al fin y al cabo sólo somos televidentes, el colectivo más numeroso de nuestro país. Podríamos echar abajo al Gobierno, pero nos encanta la televisión. Con anuncios y todo.
