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Manteros contra tenderetes

Los puestos de abanicos y souvenirs sucumben ante la venta ilegal en la Plaza de España, ya que los manteros se colocan junto a la parada del autobús que desembarca a los turistas.

el 18 jul 2012 / 21:43 h.

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Daniel Barenboim al frente de la Orquesta del Diván, ayer en el Maestranza.

A la sombra de los árboles del parque de María Luisa, los vendedores de abanicos y souvenirs esperan a que lleguen los turistas. Cerca de una decena de puestos desesperan al ver que todos los visitantes que entran por la Puerta de Aragón de la Plaza de España se paran primero en las mantas de los vendedores ilegales para comprar abanicos que estos días les alivie el calor, ya que los puestos legales se encuentran más alejados.

Los vendedores llevan tres años denunciando su situación, por la que no pueden seguir manteniendo un puesto que ha pasado de una generación a otra, a pesar de que el turismo sigue vivo, por lo que se sienten en una situación de vulnerabilidad.

Lo bien organizados que están quienes regentan los puestos ilegales para desaparecer a toda prisa cuando llegan los agentes de la Policía Local impide que las denuncias de estos trabajadores sean efectivas.

Pese a que en mayo el Grupo Giralda, encargado de velar por la seguridad del turista, amplió su zona de vigilancia hasta la Plaza de España, los vendedores se quejan de la poca presencia policial. Esta falta de policías locales puede deberse a que, pese a haberse ampliado su zona de actuación, el grupo ha quedado mermado porque varios agentes están apartados del servicio al haber sido expedientados, sin que se hayan incorporado los policías de refuerzo que el delegado de Seguridad, Demetrio Cabello, ha anunciado ya en varias ocasiones.

Por su parte, la vigilancia de la Policía Nacional en el parque de María Luisa resulta ineficaz: los agentes nacionales argumentan que no tienen competencias para actuar contra la venta ilegal, según explicó un portavoz a este periódico.

La única solución que les plantea el Consistorio, según los trabajadores del parque, es desplazar el aparcamiento de los autobuses turísticos, que paran en el descampado que se sitúa delante de la Capitanía General.

La nueva ubicación sería el lateral de la entrada al parque, una alternativa que solo haría desplazar el problema unos metros, ya que los turistas seguirían accediendo primero por las torres de la obra de Aníbal González en vez de entrar por la entrada original de la plaza, donde se sitúan los vendedores legales.

Consultado por este periódico, el Ayuntamiento remitió a más adelante para explicar si tiene constancia de estas quejas y cómo prevé solucionarlas.

Bajo los soportales de la Plaza de España, los manteros incitan a los turistas a que compren en su "puesto", por el que no pagan ningún tipo de tasa. Sin embargo, los vendedores que están a pie de la plaza pagan a lo largo del año una cifra superior a 3.000 euros, explican. Cada mes, estos trabajadores deben abonar su tasa de autónomo, a lo que suman trimestralemente algo más de 200 euros por el módulo del puesto. Asimismo, los vendedores con puesto físico deben cumplir anualmente con la tasa de la licencia urbanística que les permite establecerse en el albero, que son más de mil euros.

Además del perjuicio para las ventas, los dueños de los puestos trabajan expuestos al sol en verano y a la lluvia y al viento en invierno, mientras que los vendedores ilegales están resguardados del clima bajo los pórticos de la Plaza de España. Aunque los módulos les permiten tener el género bien presentado, las condiciones laborales no son las idóneas, por lo que piden una infraestructura que les permita vender en mejores condiciones.

Los vendedores prefieren no dar la cara por miedo a las represalias de los manteros o a que ataquen su lugar de trabajo. Sí han buscado la ayuda municipal para cubrir los gastos de sus tenderetes y poder seguir alimentando a la decena de familias que viven de los abanicos y souvenirs de la Plaza de España, pero por ahora no han recibido respuesta.

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