Por más que la crisis esté haciendo estragos en el panorama musical, algunos artistas parecen capearla mejor que otros. Manuel Carrasco, onubense de Isla Cristina y del 81, demostró anoche en el Teatro de la Maestranza que asentar la propia carrera sobre pilares sólidos tiene recompensa: por ejemplo, colgar el cartel de no hay billetes un mes antes de actuar en Sevilla. Descubierto gracias al programa televisivo Operación Triufo, Carrasco como antes lo hiciera David Bisbal demuestra también que a veces quedar segundo es mejor que ser el primero. Un físico atractivo, de notable presencia en el escenario, letras sencillas y directas al corazón y una voz capaz de traducirlas en emociones incendiarias son los elementos con los que el artista llegó dispuesto a revalidar su idilio con las fans la mayoría numérica permite el femenino dentro de la gira de su último doble disco, nerudianamente titulado Confieso que he sentido, y que vio la luz coincidiendo con sus diez años de carrera. Diez años en los que Carrasco no solo ha vendido discos como rosquillas, sino que ha logrado consolidar en apenas dos entregas un repertorio que para sus seguidores está lleno de himnos: Ámame otra vez, Que nadie, Y ahora, Sabrás, Porque o Montañas de sal son ya clásicos que anoche sonaron con sus propiedades encantadoras multiplicadas gracias a la acústica del Maestranza, pero también un éxito de nuevo cuño como No dejes de soñar, una consigna que el propio cantante parece haberse aplicado para seguir adelante en medio de las inclemencias del mercado discográfico. Gracias a ello, el respetable salió al paseo Colón anochecido en condiciones de afirmar que, también él, podía jactarse de haber sentido... Y esto no ha hecho sino empezar.