No sé si será verdad lo que dice Pérez-Reverte sobre la intifada madrileña del 2 de mayo de 1808: en Sevilla y parte de Andalucía se trató de una revuelta fundamentalista, más que contra los franceses, contra el Estado que consagraba su Revolución. Las fuerzas oscurantistas se hicieron dueñas de la ciudad, lincharon al Conde del Águila donde empieza la calle Zaragoza y aguardaron con triduos y procesiones a que aparecieran los soldados de Napoleón por la Cruz del Campo para rendirse? y esperar. Esperaron durante años hasta que los Hijos de San Luis volvieron a aparecer para reponer el Absolutismo. La cólera de esos tiempos es la que descubre Arsenio Moreno en su libro "Los hijos de Padilla" que he terminado de leer.
Una Historia que jamás nos contaron, con unos héroes que nunca pasaron a la Enciclopedia Bruguera, que no tienen estatuas, que trataban de restaurar una Constitución parecida a aquella contra la que, además de con balas, se disparaba con triduos, rogativas y sermones, que murieron a decenas de miles sin que nos enteráramos. Sería bueno tomar el 2 de mayo como punto de partida para levantar otro monumento: el que termine con esa "desmemoria histórica". Lo del nombre de la avenida de Pío XII no es más que la torpe salida del que no sabe donde está: España, como tituló Álvarez Junco, es una Mater Dolorosa que además -añado- no sabe a qué hijos llora.
Antonio Zoido es escritor e historiador
