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"Me entristece que no se recuerde que ya no hay muertos por ETA"

Entrevista a José Luis Rodríguez Zapatero, expresidente del Gobierno.

el 10 dic 2013 / 23:11 h.

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Zapatero José Luis Rodríguez Zapatero reconoce que su libro El dilema. 600 días de vértigo (Planeta) tiene algo de catártico. El expresidente describe, no sin amargura, la etapa final de su mandato. No es, ni pretende serlo, un libro de memorias. Es su visión de la crisis y la descripción, en primera persona, de cómo la gestionó. --Como aficionado al fútbol sabe que hay entrenadores que intentan ganar en la sala de prensa lo que se perdió en el campo. ¿Con su libro quiere demostrar a los españoles que no entendieron su estrategia, de que el resultado al final no fue tan malo? --Intento explicar lo que viví, lo que sucedió y qué fue lo que hice. El problema es que la crisis fue imprevisible, inédita y muy grave. Por tanto, ante esta situación, los resultados siempre estarán sometidos a una crítica que entiendo y respeto, muy especialmente cuando el paro afectó a tanta gente. Es una ampliación de la explicación que un gobernante debe a los ciudadanos y que no pude hacer con toda la profundidad en la última etapa del Gobierno. --En su libro reconoce que percibió la incomprensión. ¿La ha notado ahora cuando ha sacado del cajón la famosa carta del BCE? --Para nada, porque, si se explica bien no te afecta la crítica. Y se han hecho críticas de las cartas sin preguntarme el por qué. --Usted dijo que no la enseñó antes para no generar inestabilidad...  --Evidentemente. --¿Y qué aporta ahora? ¿Lectores? -- Yo soy el que mejor sé las claves de la carta. Entonces la lectura podía ser perjudicial y por eso en ningún momento ni negué las cartas ni las confirmé ni las expuse públicamente. Creo que no tenía otra opción, y era la opción responsable. ¿Ahora por qué Bueno, porque ya no hay riesgos y porque la explicación de una parte de la toma de decisiones y de los momentos que vivimos sería muy incompleta si no aporto las cartas. Ya se ha olvidado, pero el debate sobre las cartas era si el BCE me había impuesto la reforma de la Constitución. Y nadie me la impuso, fue una iniciativa autónoma mía. --La fórmula para reformarla fue con un acuerdo casi por la puerta de atrás entre PP y PSOE. ¿Hoy haría lo mismo? --Es que la reforma de la Constitución permite ese trámite rápido. No es lo que más me gustó desde el punto de vista del respeto a los procedimientos, evidente. Pero entendí que era una situación de excepción que con esa reforma podía evitar el tener que verme en el trance de tomar decisiones más difíciles que afectaban a derechos laborales. El debate era acabar con el salario mínimo, un contrato de crisis fuera de convenio, dinamitar la negociación colectiva. Eran los mínimos derechos laborales y ahí ya no iba a aceptarlo. --¿Ha leído el libro de Pedro Solbes? --No, pero lo leeré. --Es respetuoso con su equipo económico, pero ellos andan a la greña. ¿Miguel Sebastián y David Taguas le han hecho el trabajo sucio al defenderle de las críticas de Solbes? --Son mayores de edad y tienen toda la libertad de opinar como la han tenido siempre. Quienes fueron mis colaboradores nunca recibirán una crítica mía. Pero aquellos que hacen críticas han de estar dispuestos a recibirlas, forma parte de la dialéctica democrática. A mí no me va ese estilo, tengo en gran valor el voto democrático. Me parece tan impresionante que los ciudadanos te den un voto. Es la propiedad personal más intensa. Tengo respeto a Rajoy porque le han votado los ciudadanos y a mi Gobierno mucho más porque era mi gobierno. --O sea que Solbes no está siendo respetuoso con sus compañeros.  --Respeto todas las opiniones que ha expresado Pedro Solbes aunque hay una que no me resisto a comentar y es lo de que se arrepintió a presentarse a las elecciones. Cuando la gente te vota hay que darles las gracias. --¿Si le llamase alguno de sus antiguos colegas de los consejos europeos, pongamos por caso, la señora Angela Merkel, y le preguntase qué pasa en Cataluña, qué le explicaría? --Le diría que hay un sentimiento de distanciamiento que hay que recuperar con diálogo y entendimiento. --Usted es contrario a la independencia, pero dice que estamos lejos de poder acometer una reforma constitucional. ¿Qué propone entonces? --Sentarse a hablar. Si fuera presidente, cogería la sentencia del Estatut y convocaría a los partidos catalanes para buscar una salida. Negociaría un mayor autogobierno, también en cuestiones simbólicas e identitarias, y más inversiones. Porque partimos de la base de que una consulta no cabe en la Constitución. --Hay constitucionalistas que defienden que sí cabe.  --Siempre hay opiniones para todos los gustos, pero la Constitución es clara en este sentido. Las fuerzas tienen que reconocer los avances que ha habido y explorar vías de salida, que existen y seguro que ya han pensado, para conseguir un cierto cauce de reencuentro. Cataluña y España se necesitan. --Dice Alfredo Pérez Rubalcaba que el PSOE ha vuelto, pero parece que los ciudadanos no lo notan. Este fin de semana, un sondeo de Grupo Zeta vaticinaba que sigue cayendo mientras el PP coge aire. --Vi esa encuesta y me sorprendió. Estoy convencido de que la conferencia política ha sido un factor positivo para el PSOE. He dirigido el partido 12 años y sé que tiene una gran fuerza social y capacidad de recuperación. --Según ese sondeo, un posible escenario de futuro sería una gran coalición PP-PSOE, al estilo de Alemania. ¿Lo ve plausible? --Siempre he pensado que en Cataluña debería haberse producido un entendimiento entre CiU y PSC. En España sería positivo que se produjese un acercamiento entre PP y PSOE, por ejemplo, para la reforma de la Constitución. También habría que incluir a los partidos nacionalistas que estuviesen interesados.

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