Cultura

Miguel de Mañara, detenido en el tiempo

La Hermandad de la Caridad rescata en una exposición el legado fundamental de esta figura clave del Barroco sevillano.

el 28 mar 2010 / 18:19 h.

El comisario de la muestra, Enrique Valdivieso, señala un detalle de una pintura de Valdés Leal.

Ahí está, intacta, como si el tiempo no se hubiera posado sobre ella, la mesa de la sala de cabildos, la espada de tiempos pretéritos con su nombre grabado en la empuñadura; una mascarilla de cera con el rostro aún transido por el último halo de vida... Están también las llaves de su ataúd, sus austeros cubiertos, una caja fuerte desfondada. Son los enseres personales, los recuerdos y otros objetos con los que se puede dibujar la figura de don

Miguel de Mañara, hombre crucial en el Barroco sevillano, hermano mayor de la hermandad de la Santa Caridad, y perfecta encarnación del espíritu brillante, terrible y contradictorio que el siglo XVII va a tener en nuestra ciudad. Y es que, la Sevilla donde Mañara nace, vive y muere va a experimentar durante esta centuria todos los sinsabores que la iban a transformar de la principal urbe de la península en una ciudad provinciana y plegada sobre sí misma, donde la religión se iba a convertir en el único consuelo y esperanza de la mayoría de la población para escapar de su penosa situación.

Su vida, a caballo entre la historia y la leyenda -su juventud disoluta y su posterior entrega a los pobres lo ha asociado, erróneamente, al mito de Don Juan de Tirso de Molina en El burlador de Sevilla- y su mecenazgo en favor de artistas como Murillo y Valdés Leal, además del impulso que dio a la iglesia de la Hermandad -"el más bello templo barroco que hay en España", según el catedrático Enrique Valdivieso- lo hacen merecedor de una exposición que puede contemplarse estos días -y qué mejor época que la Semana Santa- en la antigua enfermería del Hospital de la Caridad.

Aún así, quizás no encuentren deslumbrantes obras de arte, joyas del Barroco sevillano -aunque alguna hay-, ni cuadros fundamentales de nuestra historia patrimonial. Sin embargo, Miguel Mañara. Espiritualidad y arte en el Barroco sevillano (1627-1679) es "una exposición de paso obligado para todo sevillano que se considere curioso y amante de la historia de su ciudad". Así de categórico se muestra el respetado catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla Enrique Valdivieso, a la sazón miembro de esta centenaria hermandad, quien explica la ocasión de la muestra: la celebración de los 25 años de la proclamación por parte del Papa Juan Pablo II del decreto acerca de la canonización del caballero sevillano.

Ha sido la ocasión, pues, para sacar por primera vez a la luz el legado "prácticamente completo" de don Miguel de Mañara, custodiado por la hermandad en depedencias particulares y que ahora ven la luz pública por vez primera. El resto de piezas, un 10% de las expuestas, proceden de instituciones como el Arzobispado de Sevilla, el Obispado de Málaga, la Agrupación de Cofradías de la Semana Santa de Málaga, el monasterio de San Clemente y el de Santa Paula de Sevilla, la iglesia Colegial del Salvador y otros coleccionistas privados.

Con todos estos fondos, Valdivieso ha estructurado una exposición que muestra "la profunda espiritualidad de Mañara, destacando aspectos de su intensa sensibilidad artística, que puso siempre al servicio de sus elevados principios existenciales". De este modo, y como no podía ser de otra forma, La Caridad muestra por primera vez cuadros de Juan de Valdés Leal, el pintor por excelencia de la hermandad -sus pinturas de las Postrimerías son la seña de identidad de la iglesia-, como es el icónico cuadro Don Miguel de Mañara leyendo la Regla de la Santa Caridad; y dos retratos más del caballero sevillano, dentro de la poquísima iconografía que nos ha legado la historia de este personaje.

"A través de todo este conjunto expositivo se pretende mostrar lo que fue la vida de don Miguel en dos fases bien contrastadas; la más temprana, que lo muestra como un hombre de mundo imbuido en sus negocios y en el empeño de gozar de las complacencias mundanas; y la segunda, y postrera, que refleja su trascendental decisión de dedicarse a los pobres, entregándoles todos sus bienes materiales con la convicción de que el ejercicio de la caridad le proporcionaría los méritos suficientes para conseguir la salvación eterna", explica el comisario de la muestra.

De este modo, entre las piezas más destacadas se encuentra un ejemplar del siglo XVII del ensayo Discurso de la verdad, su obra escrita más conocida y que constituye un breve aunque profundo tratado de espiritualidad y reflexión del hombre ante la realidad de la vida y la muerte. Se encuentra también la mesa original de la sala de Cabildos en la que Mañara se sentaba y que aún hoy se sigue utilizando. A su lado, Valdivieso ha colocado estratégicamente el cuadro de Valdés Leal Don Miguel de Mañara leyendo las reglas de la Santa Caridad, donde se muestra precisamente al noble sevillano sentado ante esa misma mesa con la insignia de la orden de Calatrava "que Valdés Leal pintó sobre un traje negro que no le corresponde; debía ir sobre color blanco", puntualiza el comisario. Junto a éste, otro retrato, también del mismo pintor, que lamentablemente "está totalmente repintado. Una vez que termine la exposición habrá que levantarlo y devolverle su aspecto original, porque se repasó por completo en 1778", según Valdivieso.

A partir de ahí, la parte pictórica de esta exposición se completa con cuadros de diferentes personajes que han formado parte de la dilatada historia de la hermandad. Entre ellos, los duques de Montpensier, el Cardenal Spínola y la reina Isabel II. Esta última fue nombrada hermana honoraria de La Caridad después de un curioso incidente: "La Desamortización de Mendizábal incluyó en su lista a esta hermandad, a pesar de que estaba en activo y con más de seis frailes, como obligaba la ley. Durante una visita a Sevilla, la reina conoció el asunto y medió para su continuidad", relata el catedrático.

No obstante, entre todas las pinturas, los ajuares litúrgicos, paños de difuntos, esculturas y demás piezas de la exposición, Enrique Valdivieso le entrega el protagonismo al cuadro del holandés Peter Van Lint Cristo curando al paralítico en la piscina probática de Jerusalén, que procede de la capilla de la Orden Tercera Seglar de Sevilla. "Muy bien conservado" e inédito hasta esta ocasión, la obra es, según creencia del comisario, "el cuadro en el que se fija Murillo para pintar a Cristo curando al paralítico, dentro de la serie de pinturas sobre las obras de misericordia que el propio Mañara le encargó para decorar la iglesia de la Caridad".

Como demuestra, pues, el contenido de esta exposición, la figura de don Miguel de Mañara "es capital" para la historia de Sevilla y lo ha sido también para la supervivencia de la propia hermandad, "que como muchas otras, se hubiera extinguido, sin el impulso que él le dio", valora el comisario. La muestra está abierta al público hasta el próximo 30 de mayo.

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