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Atalayas de la belleza de Sevilla, los bares abren la mirada a encuadres insólitos. No es sólo tomar café.

el 15 abr 2011 / 19:53 h.

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Si los moradores del desierto tienen la ceremonia del té como una liturgia de respeto a la apacible lentitud de la creación bajo un cielo repleto de estrellas, así los sevillanos gozan del ritual del café o la tapita, entre otros, para aliviarse de la prisa ante un cuadro de abrasadora belleza: la contemplación de los monumentos y los rincones únicos desde sus cristaleras y veladores. Y esto, que es un recurso diario a disposición del paisano, cobra especial importancia en vísperas de Semana Santa y en plena primavera.  

"Estoy de acuerdo en que son una atalaya que invita a descubrir otra forma de ver la ciudad", comentaba ayer el presidente de los hosteleros de Sevilla, Pedro Sánchez Cuerda. "Pero, además, tienen una función evocadora que va más allá de servir una comida o bebida. Te recuerdan un día, una ocasión, un tiempo pasado, siendo lo último que recuerdas si ese día tomaste ensaladilla o albóndigas." Así que, a partir de ahora, a la pregunta qué le pongo, puede usted contestarle al camarero: Me pone nostálgico.

El Correo quería saber cómo se veían las Setas desde los bares del lugar y cayó en la cuenta del espectáculo global de la monumentalidad y la esencia de Sevilla vista desde alguno de los 3.000 bares, cafés y restaurantes de la ciudad. A partir del Domingo de Ramos, dispone de una semana entera para compartir y valorar ese hallazgo. Como guía puede servirse de unas sugerencias del presidente de la Asociación Empresarial de Hostelería de Sevilla, Pedro Sánchez Cuerda. Además de los ejemplos expuestos en las páginas de la edición impresa (el Bar Plata frente a la Basílica, el Eme junto a la Giralda y el Spala en la Encarnación), está La Raza, con el pedazo de Parque de María Luisa como escenario; el Bar Giralda, cuyos veladores tienen de toldo los naranjos de Mateos Gago; El Salvador desde la terraza de La Alicantina; la taberna Coloniales en la Plaza de San Pedro; todos los establecimientos de la calle Betis, con su impresionante forma de asomarse al río, la Torre del Oro y todo el centro de Sevilla... Una foto preciosa de las Setas de la Encarnación se puede obtener también desde el bar Alcázares, que ofrece una perspectiva auténticamente de ciencia ficción. Y por supuesto, está esa otra monumentalidad sevillana que es su estilo, su aire, su sabor. Puede verla desde los bares de Santa Cruz o la Plaza de San Lorenzo. Descubrir más es ya un asunto suyo.

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