Javier Cáceres, con los trofeos que se entregaron en la Gala del Remo Andaluz. / Inma Flores
Javier Cáceres (Sevilla, 27-09-60) preside la Federación Andaluza de Remo porque le empujaron a ello. Pediatra de profesión y en ejercicio en La Candelaria, se inició en este deporte a una edad tardía, en concreto, en el club Ciudad de Sevilla, entidad que presidió antes de dar el salto al ente autonómico. Durante la entrevista insiste en el potencial de los clubes de la capital andaluza y en el protagonismo que tienen en el panorama nacional.
-A pocos días de que finalice 2014 la primera pregunta parece obligada: ¿Qué balance realiza desde la Federación? Muy bueno. Hemos pasado de nueve clubes en 2013 a doce en este año; de 900 remeros a un millar y de las doce regatas organizadas por la Federación Andaluza a las 15 previstas para la próxima campaña. La actividad ha aumentado y no es fácil-, pero lo más importante es que nos hemos quitado en dos años una deuda de 100.000 euros. Y eso en plena crisis
Estoy muy contento y satisfecho. Así te entran ganas de seguir.
-¿Qué estado de salud usted que es médico- percibe en el remo sevillano? ¿Qué nota le pondría? Le daría un 9. Vivimos un momento dulce en este deporte. Ahora mismo nadie duda en nuestro país del potencial que tienen los equipos sevillanos. El Labradores es el actual campeón de la Copa del Rey y justo por detrás aparece el Náutico, sin olvidar al Guadalquivir 86, que suele quedar entre los cinco primeros en las diversas competiciones que disputa sea dentro o fuera del territorio andaluz. Por si fuera poco, una vez más hemos obtenido el premio a la mejor federación y ya es un clásico, de modo que el éxito del remo aquí es evidente.
-¿En qué medida contribuyen esos clubes con la Selección española? La aportación del remo sevillano a la Selección, en sus diferentes categorías, es más que evidente. La mitad de los internacionales podría decirse que son de esta provincia. De hecho, el ocho (una de las modalidades del remo) es netamente sevillano.
-Una de esas promesas es Álvaro Romero, que recientemente ha sido galardonado por esta federación en la Gala del Remo Andaluz, ¿Qué opinión tiene de él? Es cierto que muchas miradas están puestas en este joven, internacional sub23, porque lo está haciendo francamente bien hasta el momento. Pero tiene aún mucho tiempo por delante y ahora debe mantener ese buen nivel que está demostrando. Desde luego, es evidente que está en el camino para triunfar en este deporte. No obstante, es difícil hoy día saber adónde va a llegar.
-¿Está viviendo la regata Sevilla-Betis uno de sus mejores momentos de esta clásica prueba en nuestra ciudad? Sin duda. Es un clásico en el calendario deportivo y hay remeros que la valoran más que una Copa del Rey. También para la federación es una atracción: es la prueba reina. Nos genera muchísimo trabajo y es la más mediática. Desde que cambiamos hace un par de años el recorrido y terminamos en el Muelle de las Delicias (el año antes, en el de Nueva York) ha aumentado el público, que se vuelca con sus equipos y se ha incrementado el número de patrocinadores.
-Dentro de poco esta regata cumplirá medio siglo de vida
Ya estamos trabajando para esa importante edición, que se podría televisar y estamos analizando la posibilidad de contar con otros equipos de fútbol que tengan una sección de remo
-¿Se podría repetir la participación de Oxford y Cambrigde? Sería brutal. Tenemos dos años por delante pero queremos que no se nos venga el tiempo encima. Debemos movernos ya para ello. No podemos pretender que acepten nuestro ofrecimiento de un día para otro.
-Como sucede con otros deportes minoritarios, en el remo parece que la práctica concita más interés que su seguimiento
Así es. Es un deporte que suele tener más deportistas que seguidores. En veteranos, como curiosidad, el aumento ha sido y está siendo notable. Contamos con un campo de regata único. Podríamos compararlo tal vez con Lucerna por aquello de que se halla dentro de la ciudad eso es fundamental para que la gente se anime- pero, además, contamos con una pista de siete kilómetros que no existe en ningún otro sitio.
