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Navidades "tranquilas" y sin miedo

Las casas de acogida para maltratadas preparan actividades para que las víctimas y sus hijos disfruten de las fiestas.

el 28 dic 2012 / 20:35 h.

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María (nombre ficticio) y sus dos hijos pasaron las últimas Navidades "como un día normal, sin ilusión", solos en casa con el agresor de María -padre de los niños- y con temor, porque así es un día normal para las víctimas de la violencia de género. Este año, sin embargo, compartirán las fiestas con una "gran familia" y "en un ambiente muy tranquilo, es mejor que estar en casa". La gran familia que conforman otras mujeres víctimas de violencia de género y los menores a su cargo que un día decidieron denunciar a su maltratador y acudir a los recursos que el Instituto Andaluz de la Mujer (IAM) tiene a disposición de las víctimas: los centros de emergencia para la primera atención inmediata, las casas de acogida y los pisos tutelados. En toda Andalucía pasarán estos días en estos centros 84 mujeres y cien menores. Han sido alejadas de sus ciudades de origen por motivos de seguridad y sus familias no pueden visitarlas porque no deben saber dónde están. Pero se sienten seguras, sin miedo.

"Somos como una familia, vamos a comer juntas y pasar un rato agradable. No nos vamos a sentir solas, cada una nos vamos a apoyar mutuamente y no vamos a echar tanto de menos. Los niños tienen mucha ilusión porque hemos decorado las casas y van a venir los Reyes", explica María, que además es extranjera y su familia está más lejos. Lleva algo más de dos meses en una casa de acogida y recuerda las Navidades pasadas "tristes". Éstas, sin embargo, ve a sus hijos ilusionados. Cuando ella decidió denunciar a su padre, tuvieron que cambiar de ciudad y con ello de amigos y colegio. "Se han adaptado muy bien y aquí nos sentimos como una familia. Para mis hijos es como si fueran sus primos y titos", explica.

El IAM cuenta con una red de 78 centros de atención y acogida a víctimas de violencia de género en Andalucía, con un total de 471 plazas. Hay nueve centros de emergencia, ocho casas de acogida con 52 viviendas y 17 pisos tutelados. Los centros de emergencia ofrecen un alojamiento inmediato a las mujeres en riesgo tras dar el paso de denunciar a su agresor. En ellos pasan los primeros diez días y no pueden salir por seguridad, ya que aún permanecen en su provincia. Tras este periodo pasan a una casa de acogida, bloques de pisos independientes con estancias compartidas donde un equipo multidisplinar de abogadas, psicólogas y asistentes sociales inician con ellas el duro trabajo de recuperar su autoestima y rehacer sus vidas, desde escolarizar a los niños y tramitar las denuncias y demás aspectos jurídicos hasta ayudar a las mujeres a buscar empleo o facilitarles el acceso a cursos de formación. En las casas de acogida, donde permanecen varios meses, las mujeres ganan autonomía, pueden salir solas e incluso encontrarse con sus familiares pero siempre fuera de las casas, cuya dirección no pueden desvelar a nadie, y cuentan con un equipo de profesionales continuamente a su disposición. El último eslabón son los pisos tutelados, en los que viven ya de manera totalmente independiente aunque se les hace un seguimiento para ver su evolución y reciben ayudas hasta que logran mantenerse por sí mismas. En estas fiestas, las usuarias de los pisos tutelados se reunirán para celebrarlas con las de las casas de acogida en éstas mientras que los centros de emergencia tendrán su propia celebración ya que las mujeres que se encuentran en éstos no pueden salir.


EN FAMILIA.

El programa de actividades organizado prevé talleres para los niños y sus madres, este año especialmente dedicados a la animación a la lectura, visitas a belenes (solas o acompañadas por el personal, según el caso) y por supuesto, la tradicional cena de Nochevieja y el almuerzo de Año Nuevo con menús elaborados por las propias mujeres.

En la casa donde vive María, se comerá esos días langostinos, jamón y queso, cóctel de marisco, redondo de solomillo, carne mechada, pollo con almendras y los dulces navideños. La noche del 31, en el patio de la casa, habrá fiesta tras la cena, las tradicionales uvas y el cotillón.

"Muchas de las personas que pasan por los recursos de acogida las recuerdan como las mejores Navidades de sus vidas, porque están tranquilas, con sus hijos... Intentamos normalizar su vida", explica Bárbara García, coordinadora del programa de actividades. Algunas de las profesionales que acompañan diariamente a estas mujeres, también pasarán con ellas estas fechas y "no les importa" no estar con sus familias. "Lo hacen encantadas, son días especiales y les agrada poder disfrutarlos con las personas acogidas", señala. Algunas se meterán en la piel de los Reyes Magos para dejar sus presentes en cada piso cuando todas duerman plácidamente con la tranquilidad de sentirse seguras.

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