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"No podemos perder los derechos con la crisis"

La asociación de inmigrantes sin papeles de Sevilla defiende el sistema del padrón.

el 23 ene 2010 / 20:04 h.

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Khudia, que ejerce la venta ambulante, con su bebé.

"Si estamos en un país de Derechos; hay leyes que no entiendo". Alu Diallo es treintañero, abogado y senegalés. Estudió Derecho en la Universidad de Dakar y aún no ha conseguido convalidar el título aunque acumula sellos de consulados. Desde que llegó a España, hace casi dos años, se busca la vida y ayuda a otras personas en su situación como coordinador de la Asociación de Inmigrantes Sin Papeles de Sevilla. Éste es uno de los colectivos más perjudicado por la crisis; éste y los inmigrantes con papeles que tras perder su trabajo pueden optar a la prestación por desempleo, pero no a renovar su tarjeta de residencia.

Alu se reúne en casa de su compatriota Denise Bineta, portavoz de las mujeres en la asociación, y no quitan ojo al televisor, donde salen imágenes de Vic (Barcelona) cuyo Ayuntamiento ha intentado negar el empadronamiento a los inmigrantes irregulares, lo que les dificultaría el acceso a servicios públicos primarios.

"Empadronarse es tener el papel que identifica, al menos en parte, como ciudadano.Da visibilidad social, un derecho mínimo de existencia y de asistencia", recalca Esteban Tabares, secretario de la Fundación Sevilla Acoge, que atiende a alrededor de 4.000 personas cada año. Según explica Tabares, la crisis agudiza los problemas a que tiene que enfrentarse el recién llegado "sobre todo para aquellos con una situación documental o laboral precaria".

Como muchos españoles, hay inmigrantes que han perdido su trabajo, han visto sus ingresos reducidos drásticamente, no pueden afrontar los pagos de alquiler o de su hipoteca e, incluso, tienen problemas para afrontar el coste de la alimentación o de enviar a sus hijos al colegio. Además, aquellos que tenían permiso de residencia -que inicialmente se consigue tras atestiguar tres años de arraigo en el país- no pueden renovarlo si han perdido su empleo y caen en lo que las ONG llaman la ilegalidad sobrevenida, es decir, una vuelta a la clandestinidad. "Saber que te pueden echar en cualquier momento supone una angustia vital añadida a la de cualquier parado español", lamenta Tabares.

El problema es que sin papeles no hay trabajo y a la inversa, por lo que Sevilla Acoge critica las trabas a las que se enfrentan. "Quieren trabajar y en ocasiones encuentran trabajos pero no pueden contratarles por falta de papeles, lo que se nota especialmente cuando se trata de puestos de confianza en casas o al cuidado de niños y personas mayores".

Tabares alerta de situaciones como la de Vic y critica el planteamiento "de considerar a los inmigrantes como mano de obra de usar y tirar; un concepto mercantilista y falto de ética". La crisis parece sacar lo peor de cada uno y "en momentos de escasez los débiles compiten entre sí y olvidan enfrentarse a las verdaderas causas y sus causantes", dice Tabares quien también recuerda que en España se han conseguido logros en parte gracias al empadronamiento, como que los hijos de los inmigrantes puedan ir al colegio o que sean atendidos sanitariamente:"Los logros en derechos no tienen marcha atrás; no están sujetos a cambalache según la coyuntura política o económica y está por encima del mercado y de políticas electoralistas".

Para Tabares, "los inmigrantes no son un problema, son una gran posibilidad de enriquecimiento humano y el problema se crea cuando no gestionamos lo bien políticamente". En la misma línea, Denise recuerda que en Senegal "hay crisis como en todos lados; empieza en Europa y baja hasta África pero allí es peor". Ella se fue de allí en 2005 con un sueño por cumplir, apenas rebasa los 30 años y dejó en su país a sus dos hijos. "Echo de menos mi trabajo allí, como maestra, porque me sentía realizada y aquí no valoran a los inmigrantes subsaharianos", dice.

En Sevilla ha trabajado en restaurantes y cuidando a personas mayores; gana en un mes el cuádruple que en Senegal, por lo que puede mantener a su familia, pagar allí una casa y ahorrar para enviar a su hijo a Francia cuando empiece la Universidad. Por eso, si en algún momento se queda sin trabajo vende en la calle lo que puede sobre una manta.

Alu explica la campaña que han iniciado para despenalizar el top manta y cambiar las penas de cárcel por otras medidas. Recuerda que todos los inmigrantes quieren trabajar y propone recuperar a la gente que trabaja en la calle, ya que asegura que pueden hacer los trabajos más duros y si se les da formación y trabajo, contribuir a que Sevilla crezca económicamente. "No tener papeles no es una vergüenza, es una circunstancia de la vida que le puede ocurrir a cualquiera", lamenta.

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