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Noche de sobresaltos, día brillante

Los momentos de tensión e histeria colectiva vividos en las horas centrales de la noche pusieron en jaque a la Madrugá. El fantasma de las carreritas del año 2000 sigue planeando sobre la noche más hermosa. Afortunadamente, las cofradías completaron felizmente sus recorridos en una jornada en la que se cumplieron los horarios.

el 16 sep 2009 / 01:11 h.

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Desgraciadamente, el fantasma de las carreritas de la Madrugá de 2000 sigue planeando sobre Sevilla. La noche más hermosa sigue siendo también una jornada abonada a episodios de violencia e histeria colectiva. Las cofradías, no obstante, apenas se vieron afectadas por los tumultos.

Las horas nocturnas de la Madrugá siguen siendo las de mayor tensión en las calles. La alarma desaparece con la amanecida. Anteayer, nuevamente, la jornada que marca el cénit de la Semana Santa se vio salpicada por varios tumultos, afortunadamente sin consecuencias, que sembraron momentos de confusión e incertidumbre entre la multitud.

El primero de ellos se produjo a la salida de la hermandad de Los Gitanos. Una pelea sumada a la histeria de "un padre que pierde a su hijo en medio de la bulla y se pone a chillar", según el Cecop, originó un conato de avalancha desde la calle Verónica cuando aún no había salido el paso del Señor. La reacción de la hermandad fue cerrar momentáneamente las puertas del santuario. Enseguida se repuso la tranquilidad.

En la confluencia del puente de Triana con el Paseo de Colón, una vez que ha transcurrido por allí el paso de misterio, también se origina una pelea, pero según el Cecop no se atiende a ningún herido por apuñalamiento, como sin embargo adelanta la radio con todo lujo de detalles. Afortunadamente, no cunde el pánico y sólo se produce una ligera avalancha.

Las escenas de mayor tensión se viven momentos después en el entorno de la plaza de la Magdalena y en el eje de Reyes Católicos. Entre las 4.15 y las 4.20 horas, con el palio del Calvario recién plantado en la calle y dispuesto a enfilar la plaza de la Magdalena, una estampida desencadena el pánico y la confusión entre el público. Los penitentes que van detrás de la Virgen de la Presentación pusieron sus cruces arriba. La situación apenas dura unos segundos. El delegado del Viernes Santo, José Luis Cantalapiedra, testigo presencial, asegura que la sensación es parecida a la de un temblor de tierra. El palio del Calvario se queda sin público alrededor. Solo en medio de la calle, con la custodia exclusiva de sus nazarenos. La Cruz de Guía de la Esperanza de Triana, que sigue a cierta distancia al palio de la Magdalena, retrocede sobre sus pasos. La ola de histerismo colectivo alcanza de lleno al paso del Cristo de la Tres Caídas, que transcurre por la calle San Pablo. El tramo de los cirios rojos, el más cercano al paso, resulta literalmente arrasado. Hay nazarenos corriendo, madres llorando, niños asustados, capirotes por el suelo y crisis de ansiedad. Un nazareno rueda por el suelo. La banda de las Tres Caídas arranca a tocar para transmitir una sensación de tranquilidad. Los ánimos se aplacan. La misma ciudadanía llama a la calma. La Policía controla la situación y se producen varias detenciones.

Según las informaciones facilitadas por el Cecop, los tumultos sólo produjeron algunos contusionados al golpearse con algún bordillo a la carrera. Cruz Roja y 061 también atendieron a varias personas afectadas por crisis de ansiedad. Estas avalanchas tuvieron su origen en dos episodios de violencia muy localizados: la detención de un individuo que agredió "brutalmente" a su pareja entre la calle Rioja y la Magdalena (intervención en la que colaboró parte del público) y, casi paralelamente, la trifulca originada por una persona en un bar de copas de la calle Julio César tirando vasos contra el establecimiento.

Minutos después, a las 4.48 horas, con el paso del Cristo del Calvario apunto de acceder a la Carrera Oficial, el público de la Campana se pone en pie al unísono alarmado por alguna extraña situación. Algunos gamberros están dispuestos a liarla. Se trata de una reyerta a puñetazos en la calle O' Donnell.

Pese a la existencia de estos tumultos, las seis hermandades de la Madrugá cumplieron felizmente sus estaciones de penitencia, sobreponiéndose, a los momentos de incertidumbre y confusión generalizada. Uno de los indicadores más certeros de esa normalidad es el estricto cumplimiento de los horarios en Carrera Oficial. La Madrugá se saldó en el palquillo de la Campana con un retraso de apenas 8 minutos, gracias en gran parte al enorme esfuerzo realizado por las cofradías de capa, que entraron en Carrera Oficial con sus nazarenos dispuestos en filas de tres en fondo. Ni siquiera las gotas de lluvia, apenas imperceptibles, que dejó la cola de un frente nuboso en torno a las 09.00 horas lograron desarbolar la armonía del regreso de las cofradías de capa a sus templos.

balance. La de 2009 probablemente podría también pasar a la historia como una de las Madrugás más largas. Las costuras horarias de la jornada se han desbordado: entre la salida de la Cruz de Guía de la Macarena -que se puso en la calle a las 23.45 horas para aliviar la falta de espacio en la Basílica a consecuencia de las obras en el museo- y la entrada del último paso, el palio de Los Gitanos, allá por las 15.18 horas de la tarde del Viernes Santo transcurrieron más de quince horas y media de pasos en la calle. El Viernes Santo abrió el telón sólo 20 minutos después, a las 15.38 horas, en el Patrocinio.

En el plano más estrictamente cofradiero, la Madrugá dejó también estampas entrañables, como la de las monjas de Santa Rosalía aguardando tras el cancel del convento la llegada de los dos pasos del Gran Poder en la calle Cardenal Spínola (la hermandad obsequió a la comunidad que les prestó abrigo durante las obras con sendos ramos de flores). O la de la cuadrilla del palio de las Angustias recordando durante toda la estación de penitencia a su compañero Fernando Hurtado, fallecido de leucemia esta semana, y cuya medalla figuró grapada a su trabajadera.

El cambio de recorrido le sentó bien a la cofradía de Los Gitanos. La entrada en Campana del Señor de la Salud, en una chicotá interminable, fue de las más aplaudidas.

Meritorio y ejemplar el comportamiento de la cofradía de la Macarena en el último año de Juan Ruiz Cárdenas como hermano mayor. La Virgen de la Esperanza se levantó en el palquillo "por el hermano mayor de Pino Montano". Adolfo Arenas cangrejea ante el palio a su entrada en la Campana. Sobresaliente el trabajo de las cuadrillas de la Esperanza de Triana. El misterio ofreció una levantá por el arzobispo coadjutor.

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