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Otoño sevillano

Sevilla estrena aguas y el primer frío mientras los días caminan, en tardes y pasos cortos, hasta la noche más larga. La última solanera del día pinta brochazos de bronce nuevo en los alfoces del Aljarafe.

el 14 sep 2009 / 20:35 h.

Sevilla estrena aguas y el primer frío mientras los días caminan, en tardes y pasos cortos, hasta la noche más larga. La última solanera del día pinta brochazos de bronce nuevo en los alfoces del Aljarafe. Humean las castañas en los puestos del centro; huele a café nuevo en la sobremesa y, apenas mediado el día, se encienden las primeras luces en las ventanas y los balcones, mostrando esa íntima calidez que invita a estar en casa. Se vende lotería sobre el tapete verde del atrio de la Macarena. Aún visten las Vírgenes de negro y ya se tiende esa tramoya de cables y luces que anticipa la Navidad del comercio. Se arrió el último canasto de las Glorias en su templo de la calle Feria y la espada de San Fernando -reliquia, preste, capitulares- recorrió las últimas naves de la Catedral para recreo de la mejor historia, de las verdaderas tradiciones. La ciudad se hunde en el otoño mientras se ensimisma, ajena al ruido y a la prisa. Es el centro de un tiempo hermoso que nos llevará de la mano al Adviento.

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