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Pedazo de insulto

Una pregunta: ¿Por qué los partidos -y sus hinchas- que no creían en la necesidad de un nuevo estatuto andaluz se han amarrado a la cuantía de la deuda histórica como si el mundo estuviera a punto de hundirse? Hace poco más de un año el discurso del PP, con tanto desdén como frivolidad, se basaba en que ni un sólo andaluz estaba preocupado...

el 16 sep 2009 / 00:18 h.

Una pregunta: ¿Por qué los partidos -y sus hinchas- que no creían en la necesidad de un nuevo estatuto andaluz se han amarrado a la cuantía de la deuda histórica como si el mundo estuviera a punto de hundirse? Hace poco más de un año el discurso del PP, con tanto desdén como frivolidad, se basaba en que ni un sólo andaluz estaba preocupado por tener un nuevo estatuto. A nadie le interesaba ese proceso político, decían ufanos. Desde algunos medios les acompañaban con singular escepticismo: ¿Para qué?, preguntaban. Escribieron tesis a la contra. Para ocultar otros problemas reales de Andalucía, afirmaban. Y así anduvieron durante meses, poniendo piedras en el camino.

El PP, ya se sabe, instrumentalmente, firmó un Estatuto en el que nunca pareció creer tras algunas salvaguardas de perogrullo. Sin embargo, todo ha cambiado con la llamada deuda histórica. Era evidente que existía un clamor popular para que el gobierno andaluz ajustara cuentas con el Gobierno de Zapatero. Como saben, esto sí que lo pedía la gente a gritos por las calles. Era el asunto prioritario de la agenda ciudadana andaluza: ni el paro ni la educación ni la economía ni las vacaciones de verano. La deuda histórica. Chaves iba por los barrios y las marías le tiraban de la manga de la chaqueta: "Presidente, por Dios, arregle usted ya lo de la disposición adicional segunda del Estatuto del 81, que estamos en un sinvivir". Y Chaves, claro está, siempre sensible a los requerimientos del pueblo, se puso manos a la obra.

La suerte que tuvo el PP es que cuando gobernaba Aznar la gente no estaba tan preocupada por este asunto. Si no, el propio Javier Arenas, sin tener que salir de la sala del consejo de ministros, lo habría arreglado de un plumazo con el mismísimo Rajoy, a la sazón ministro de Administraciones Públicas. Ya saben que este Rajoy de hoy es el mismo que se preguntaba en los tiempos en que Magdalena Álvarez le mandaba apagar los puros que cómo iba a ser que el Estado tuviera una deuda con una comunidad autónoma. Y proclamaba que era "un disparate", como toda "persona normal" podría comprender.

La suerte de algunos. Por eso el PP no resolvió el asunto: Aznar se limitó a cumplir la ley y pagar el anticipo que había consignado el último Gobierno de Felipe González, quien por cierto tampoco mostró entusiasmo en liquidar el asunto. Ni González ni nadie, es obvio. Porque aquella coletilla de la deuda histórica referida a la disposición adicional segunda de la que nadie se acordaba fue simplemente un argumento político de desgaste resucitado por PP e IU en los tiempos de la pinza contra el gobierno del PSOE. Los redactores del primer Estatuto se han referido reiteradamente al asunto explicando que ni ellos mismos pensaron en tal interpretación cuando introdujeron esa salvaguarda para recibir inversiones adicionales que compensaran la deficiencia de los servicios transferidos. Pero dio igual: ¡Qué iban a saber los propios padres del Estatuto sobre el significado real de la disposición de marras que ellos mismos habían redactado! Y además, ¡qué iban a decir esos que hablaban, paniaguados del régimen!

Y así hemos llegado hasta hoy. El Gobierno y la Junta han acordado una cantidad de 1.204 millones de euros por aquel concepto. 28 años después, con lo que ha llovido, con lo que las administraciones han invertido en Andalucía y cuando el Estado autonómico está tan fortalecido que sonroja hablar de deudas del Estado con las comunidades autónomas, que también son Estado. Pero en fin, como la deuda fue un elemento singular de confrontación propiciado por el PP e IU y a cuya manivela siguió dándole vueltas el PSOE cuando gobernaba el PP, estaba bien que los políticos resolvieran el problema creado por ellos mismos. Y así ha sido, aunque con la diferencia descomunal de que los que han trabajado para solucionarlo han sido sólo administraciones socialistas.

Acordada la deuda y habiendo sobrepasado la cuantía mínima exigible fijada por el Parlamento andaluz, la oposición se empeña en que la cuestión nuclear sigue sin resolverse porque no van a aceptar esa "limosna" de 200.000 millones de las antiguas pesetas. Ha sido un insulto a los andaluces. Precisamente por eso, 24 horas después de cerrar el acuerdo, Aragón, Baleares, Galicia, Murcia, La Rioja o Extremadura han comenzado a exigirle al Estado que los insulte también a ellos aunque sea con la mitad del dinero. Porque está claro, en España todo el mundo tiene deudas históricas y si es el Estado el que convida, pues mayores aún. Lo que ninguna comunidad dice es que son ellas las que están en deuda con el Estado, que es hoy un insigne esqueleto.

Paradójicamente, la oposición andaluza es la única que no ha entendido que el asunto está liquidado y a punto de cobrarse, algo que creo que realmente nos interesa a todos los andaluces. A ver si podemos seguir caminando por el siglo XXI sin tener que recurrir a presuntos agravios y deudas. Salvo que a otros lo único que les interese es mantener vivo un pim-pam-pum. En cualquier caso, es fácil de comprender, los ciudadanos de a pie han hecho sus cuentas y no les cuadra eso de los 1.204 millones. La misma mujer se lo advirtió a Chaves por lo bajini cuando cogió confianza: "Manolo, eso de los 1.204 millones no me cuadra, ni se te ocurra aceptarlo, que es un insulto".

ahernandez@correoandalucia.es

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