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Puerta grande o de la enfermería

el 16 may 2010 / 07:12 h.

La cámara se centra en la mesa del elegante casino en la que se juega al póker. La iluminación, difusa, insinúa las formas más que revelarlas, de hecho hay un jugador que todavía no se ha dado a conocer, pero mira por dónde un foco ilumina a otro para que lo veamos claro. Es nuestro hombre. Y es su turno. Antes ha puesto todas sus fichas (que no son pocas) encima de la mesa.

Ahora toca enseñar las cartas (¿de verdad tiene esos ases que se insinúan o es un farol?) pero ya ha hecho su jugada: o todo o nada.¿Un tahúr? No hombre, tampoco es que sea eso. ¿Un jugador de riesgo? "Ha hecho un ejercicio de honestidad", dicen en su entorno de la última jugada del portavoz municipal del PP, Juan Ignacio Zoido, que esta semana se descolgaba con que como no sea alcalde deja la política y saca del armario la toga de juez que colgó hace ahora 14 años para dedicarse a la política. Un juego, por cierto, en el que hay más tiros que en las mesas de póker de los salones del Oeste. Bueno, ¿y cómo es nues tro protagonista? Cuentan de él que es un hombre hecho a sí mismo al que la vida, en lo personal, no le ha puesto las cosas fáciles. A los 12 años se vio huérfano de padre y el mayor de cinco hermanos, lo que le obligó a madurar a empujones.

De aquellos tiempos en Fregenal de la Sierra tiene grabado a fuego lo que le repetía una y otra vez su madre, aquello de "tienes que ser el espejo de tus hermanos", las palabras que le obligaron a brillar en los estudios en cursos que remataba con veranos en la pastelería o la fábrica de hielo familiar. Aprendió a vivir deprisa, y así a los 25 años ya era juez y a los 35 el decano de los Juzgados de Sevilla. Del Zoido juez dicen que era duro, sí, pero siempre con la ley en la mano; seco, vale, "pero ningún abogado dirá nunca que no habló con él"; puede que férreo, pero aseguran que lo que más detesta son las injusticias.

A más de uno le sorprendió que le atrajeran los cantos de sirena de la política, porque el salto a la primera línea fue bastante tardío, le llegó con 39 años, cuando Aznar lo nombró director general de Relaciones con la Administración de Justicia. Todavía no estaba ni afiliado al PP, del que en 2004 llegó a ser secretario general en Andalucía.

¿Es Zoido un juez al que le gusta la política o un político disfrazado de juez? Pues en función de a quien usted pregunte le dirá una cosa u otra, pero lo evidente es que ahora toca ser político. Y como político sufrió el mazazo que cambió su percepción de la vida, la muerte de su hijo José María en accidente a los 18 años. "Desde entonces puedes irle con cualquier problema que siempre te acaba diciendo que si de verdad crees que eso es un problema", lo relativiza todo. Aguantó el envite de pie: a los dos días recibía al Rey en Algeciras como delegado del Gobierno en Andalucía que era entonces.

"Se aferró al trabajo", apostillan.Pasados los años, la vida le dio un gran regalo en la forma de Fernandito, su tercer hijo, el niño de "los chuches" de Rajoy. El Zoido menos político arranca ahora la jornada llevándolo a la guardería, el mismo Zoido que sabe que el miércoles estará en Barcelona viendo al Sevilla en la final de la Copa del Rey. Aficionado a correr, al tenis y al pádel hasta que una lesión le obligó a parar, es tanto de campo como de playa, pero de veranos en la costa de Cádiz. Populista, rancio, calculador y manipulador, gritan desde la bancada de la izquierda, mientras que desde la derecha susurran que es optimista, cariñoso, empático y constante.

"Más listo que inteligente" y con algún que otro problemilla de puntualidad, pero está convencido de que no llegará tarde a la cita electoral de 2011. Máxime ahora que un sondeo -eso sí, encargado por los suyos- le da la mayoría absoluta en Sevilla."O puerta grande o de la enfermería", dicen los suyos. Las cartas ya están en lo alto de la mesa, sobre la que revolotea el lema de la Expo 92: ahora o nunca.

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