Willy hace un gesto de rabia ante el UCAM Murcia (Foto: Manuel Gómez) El margen de error se reduce por momentos. La liga regular va consumiento jornadas y el Baloncesto Sevilla observa todo desde el último puesto de la tabla. Tras un pésimo inicio de campaña, el efecto Casimiro levantó al equipo, pero, cinco jornadas después, se encuentra aunque con matices en el mismo sitio. Sus derrotas ante UCAM Murcia y Fuenlabrada no fueron casuales. El rendimiento sobre la pista ha bajado y no queda otra que resurgir para poder escapar cuanto antes de la quema. Fuenlabrada, Andorra y Manresa tienen el mismo bagaje que el equipo sevillano. La lucha por salir del pozo se encuentra en un puño y puede ocurrir de todo. Como que el Manresa, colista la pasada jornada, derrotase al entonces líder Unicaja y cediera al Baloncesto Sevilla el farolillo rojo. Nada es imposible y a esta creencia se agarra el equipo de Casimiro para intentar ganar (18.00 horas, sin televisión) en la cancha de un intratable Real Madrid, líder de la Liga Endesa y de su grupo en el Top 16 de la Euroliga. Casi nada. En lo que va de 2015, el conjunto de Pablo Laso, que recupera a Nocioni, lleva 20 victorias en 21 partidos, además de haberse proclamado campeón de Copa. Toda una prueba de fuego, en definitiva, para el Baloncesto Sevilla frente a un rival absolutamente lanzado que no sabe lo que es perder en su pista. La última victoria del conjunto de San Pablo en cancha merengue tuvo lugar en el playoff de la temporada 2009/10 (60-66). Ya ha llovido. La diferencia de potencial entre este Real Madrid y este Baloncesto Sevilla es enorme, aunquer eso no puede ser óbice a la hora de plantarle cara, de competir y de decir a la afición que debe confiar. Si no gana, el equipo de Casimiro está obligado cuando menos a recuperar su mejor versión para lo que viene por delante. Sólo así podrá tener opciones en una lucha donde nadie cede.